Se están formando para ser motores de desarrollo. Se unen para que las ideas crezcan más fuertes y se consoliden en acciones reales. Sueñan y en eso no se ponen límites.
No quieren paternalismos y con los resultados que empezaron a ver de sus proyectos se quitaron de la mente que son sujetos vulnerables, que no pueden vivir diferente. Son actores de cambio.
Desde las juntas de acción comunal, el Consejo Municipal de la Juventud y como parte de entidades como Informal, Asociación de Jóvenes Trabajadores y Trabajadoras, gestionan programas para la nueva generación.
Creen en cualificarse para multiplicar lo aprendido. Son estudiantes o graduados de programas de educación superior; otros son vigilantes o vendedores que destinan una buena parte de su día a trabajar por otros que, como ellos, tienen que sudarla para conseguir las metas.
En Medellín, cerca del 25 por ciento de la población es joven y, según el Dane, hay 504.000 muchachos.
Muchos ya se mueven en el cuento de la participación, como lo evidencian las cifras que entrega Augusto Restrepo, coordinador del Subsistema de Participación Juvenil: más de 1.000 están activos en 16 procesos de presupuesto participativo; 4.500 hacen parte de 300 clubes juveniles; 2.600 están en 242 organizaciones y redes de arte y cultura; y hay 120 en juntas de acción comunal.
Están convencidos, como afirma Lubín Torres, de Informal, "que juntos es más fácil mejorar la calidad de vida y, en conclusión, ser más felices".
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