Ha sido protagonista y espectadora del nacimiento de cineclubes y otros espacios de proyección de cine alternativo, el crecimiento de los realizadores y los festivales locales, la profesionalización de la producción nacional y la aparición del 3D.
Veintidós años atrás, bajo un padrinazgo a toda prueba del Centro Colombo Americano, nació la Revista Kinetoscopio que este mes llega a su edición número 100, todo un hito en tiempos en que lo digital amenaza las más sólidas publicaciones impresas y aún más las culturales.
"Quienes actualmente tenemos el honor de elaborar y presentar este número 100", escribe su editor en las páginas de este número lanzado oficialmente durante el Festival de Cine de Santa Fe de Antioquia, "somos ante todo prolongadores de un esfuerzo constante y continúo que ha dado frutos", agrega.
Tanto es así que la revista permanece como la última de crítica especializada en Latinoamérica, baluarte del periodismo cultural en lengua castellana.
Así lo confirma Andrés Murillo, su director, quien mantiene presente que Kinetoscopio es mucho más que una publicación; es el legado de gestores culturales como el crítico Luis Alberto Álvarez (1996) y Paul Bardwell (2004), exdirector del Colombo Americano.
Cuenta la historia que fueron ellos dos los principales motores que en el año de 1990 pusieron sobre ruedas el proyecto. Para entonces, las salas de exhibición del Colombo, punto de encuentro por excelencia para la comunidad cinematográfica de Medellín, ni siquiera existía.
La primera revista Kinetoscopio se pareció más a una hoja parroquial, tal vez por ser hija de Álvarez, quien además de que era una de las voces mejor acreditadas en la materia era también cura. Los números siguientes, en blanco y negro, ya perfilaban ese estilo profundamente analítico que ha caracterizado la publicación.
Víctor Gaviria fue entonces invitado a Cannes con Rodrigo D. y se convirtió en el primer autor colombiano que ocupara la portada de la revista, un espacio que ha pertenecido a íconos del séptimo arte como Alfred Hitchcock, Roman Polanski, Uma Thurman, Jodie Foster, o Marilyn Monroe.
Desde esos primeros números, cuando escribir de cine colombiano era más una conjetura que una realidad palpable, Kinetoscopio se convirtió en un termómetro para la calidad de la producción fílmica nacional, una misión que la revista mantiene intacta.
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