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La cabaña sangrienta: menos sangre y más ideas

  • La cabaña sangrienta: menos sangre y más ideas | FOTO cortesía
    La cabaña sangrienta: menos sangre y más ideas | FOTO cortesía
18 de enero de 2013
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Nos gustan los rituales. Esa especie de rutinas sagradas en que se convierten algunas de nuestras acciones diarias. Si no lo creen, fíjense en los pasos que siguen antes de bañarse, o en la lista de chequeo mental que arman cuando van a pasear a una finca. Cuando los rituales se han perfeccionado y se convierten en ceremonias automáticas, nos gustan todavía más porque nos ayudan a no pensar.

El cine de terror es, desde hace un par de décadas, un ritual. Nos sentamos a ver películas de terror igual que algunos se sientan a ver llover. Sabemos lo que ocurrirá, secuencia por secuencia, hasta la escena final en que el guionista decide si habrá un sobreviviente que asegure la secuela o hará que su asesino enmascarado, su monstruo, su familia psicótica, su niña pelilarga de ultratumba, salgan victoriosos.

La única variación es el minuto en que algún susto bien puesto nos hará saltar del asiento o la forma —cada vez más horripilante, cada vez más grotesca— en que los protagonistas son asesinados (¿o debería escribir destazados?)

Se nota desde el comienzo que el guión de La cabaña del terror lo escribieron dos personas que han visto mucho cine del género: Drew Goddard (que escribió capítulos de Lost y el guión de Cloverfield) y Joss Whedon (el gran creativo detrás de Buffy y de The avengers).

Porque usando todas los pasos del ritual (el paseo de fin de semana a un lugar aislado, el grupo de muchachos que incluyen los estereotipos reconocibles del atleta y la rubia tonta, la advertencia desatendida de que algo malo podrá ocurrirles) van poniendo con delicadeza pequeños detalles, casi pistas para iniciados, que apuntan a desacomodarnos en la butaca: ¿por qué un tipo avisa por radio que los muchachos partieron?, ¿con qué se estrella el ave cuando la camioneta atraviesa un túnel?, ¿a qué viene esa trama paralela de dos funcionarios públicos en unas instalaciones secretas bajo tierra?

No es que hagan nada revolucionario, por supuesto. No será La cabaña del terror (y hay que decir que los traductores de títulos aquí se pasaron de obvios) un clásico del género. Pero donde otros simplemente ponen más sangre, Whedon y Goddard prefieren poner ideas. De repente, eso que creíamos al ver el trailer se convierte en otra cosa, mucho más interesante de lo que hubiéramos esperado. Y la trama gastada, en una receta original que divierte y asusta al mismo tiempo.

Goddard y Whedon han logrado con esta película criticar desde adentro. Su burla a las fórmulas de siempre es al mismo tiempo, un homenaje a todas esas películas que han sabido llenar con gracia nuestras pesadillas. No les falta ninguno de los ingredientes del ritual que los adolescentes esperan (cuerpos tonificados, chistes malos, desmembramientos) pero en algún momento esos mismos adolescentes se preguntarán si no se están burlando un poco de ellos. Y sí. Porque también lo malo de los rituales (políticos, cinéfilos, religiosos), es que al seguirlos sin abrir los ojos, dejamos de pensar.

Twitter: @samuelescritor

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