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La cadaunidad

22 de marzo de 2009
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Un hombre encontró un capullo de una mariposa y se lo llevó a casa para poder ver la mariposa cuando saliera del capullo. Un día observó que había un pequeño orificio y entonces se sentó a observar por varias horas, notando que la mariposa luchaba por abrirlo más grande para poder salir. El hombre vio que forcejeaba duramente para poder pasar su cuerpo a través del pequeño agujero, hasta que llegó un momento en el que pareció haber cesado de forcejear, pues aparentemente no progresaba en su intento. Pareció que se había atascado. Entonces el hombre, en su bondad, decidió ayudar a la mariposa y con una pequeña tijera cortó al lado del agujero para hacerlo más grande. Por fin la mariposa pudo salir del capullo. Sin embargo, al salir la mariposa tenía el cuerpo muy hinchado y unas alas pequeñas y dobladas. El hombre continuó observando, pues esperaba que en cualquier instante las alas se desdoblarían y crecerían lo suficiente para soportar al cuerpo, el cual se contraería al reducir lo hinchado que estaba. Ninguna de las dos situaciones se dio y la mariposa solamente podía arrastrarse en círculos. Con su cuerpecito hinchado y sus alas dobladas nunca pudo llegar a volar. Lo que el hombre en su bondad y apuro no entendió fue que la lucha requerida por la mariposa para salir por el diminuto agujero, era la forma como la naturaleza forzaba fluidos del cuerpo de la mariposa hacia sus alas, para que estuviesen grandes y fuertes y luego pudiese volar.

Los seres humanos cometemos con frecuencia el error de no respetar la individualidad y mismidad de los hijos, o del esposo o esposa, o del novio o la novia.

Ortega y Gasset, el célebre pensador español, dijo alguna vez que "Yo soy yo y mis circunstancias". Con la anterior frase quería decir que soy único e irrepetible. Yo es un elemento inmutable que viene con una determinada programación que algunos dicen que es de Dios y otros que es el azar. En cualquier caso, se habla de la existencia de un yo particular que no se repite en ninguna parte ni en ninguna época. Ya Jesús, cuando alguien le preguntó Él quién era, respondió en forma enigmática: "Yo soy el que soy". Es decir, no hay otro como yo. Si se aplica a cada uno, habla de las diferencias y de la cadaunidad que es necesario conocer y respetar. Pero a lo anterior, a la especificidad del ser hay que agregarle las circunstancias. Cada uno de los seres humanos ha nacido y se ha desarrollado en circunstancias de tiempo y lugar que también son únicos y que controla con todo celo. Aunque compartamos circunstancias con otros seres cercanos en espacio y tiempo, de todas maneras continúa la especificidad y la cadaunidad.

Nos somos dueños de nadie, tratemos al menos de ser dueños de nosotros mismos. A los hijos, por ejemplo, hay que darles raíces para la vida, pero alas para volar.

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