Nadie educado y con cierto tipo de formación puede creer que el presidente Nicolás Maduro hable con un pájaro o defienda que la imagen del exmandatario Hugo Chávez se presentó en el metro como un milagro. Ni él mismo.
Pero el mensaje es altamente efectivo para su base electoral y la parte de la sociedad venezolana que todavía apoya su revolución socialista.
No es para menos.
Existe una clara correlación entre la falta de educación, la escasez económica y la necesidad de creer en eventos sobrenaturales para generar fe en que las cosas pueden mejorar.
De ahí el éxito de muchas religiones en la base social de la pirámide. Y como nada más ha funcionando en Venezuela para el presidente Maduro, muy hábilmente este se ha concentrado en demostrar que la revolución bolivariana, más que un proyecto socioeconómico, es un ideal que persigue y defiende la voluntad de un líder que no está presente. Brillante.
El éxito o fracaso de un modelo de gobierno que trata de imponer una estructura socioeconómica socialista se puede medir con variables objetivas micro y macroeconómicas que son irrebatibles. Esos son hechos y datos.
En eso Venezuela ha fracasado tajantemente y entre los indicadores que lo demuestran están el histórico del PIB, el disparo de la inflación, la concentración de riqueza y otros elementos más tangibles como la escasez de comida o la falta de papel higiénico.
Ahora bien, todo eso hace parte de una explicación racional que la gran mayoría de los seguidores chavistas no tienen la formación para entender, y por eso lo mejor es atribuirle la responsabilidad de todo a una situación no lógica, sino teológica y es que el expresidente está haciendo milagros y cuidando a su pueblo. Solo hay que esperar el próximo.
No hay duda que el presidente Maduro les está mintiendo a sus seguidores con conocimiento, ya que ni él mismo puede creer las cosas que está diciendo, como que habló con un pájaro, que el papel higiénico falta por el aumento de comida en los hogares, o que el expresidente Chávez hizo el milagro de aparecer en el metro.
Pero al hacerlo, hábilmente está distrayendo la opinión pública de los problemas reales y también está generando, como todas las religiones, una esperanza, falsa, en que las cosas van a mejorar por elementos sobrenaturales de los cuales nadie tiene control, más allá que una fuerza divina superior: Chávez.
Las condiciones están dadas para la creación de una nueva religión en Venezuela: pobreza extrema, ignorancia colectiva, posibilidad de llenar el vacío socioeconómico por medio de la fe, y alguien que se quiere lucrar o favorecer de esta circunstancia o coyuntura, en este caso el presidente Maduro.
Sin duda que, como dice el adagio, en estos casos la cara del santo hace milagros. Y seguramente en eso se va a concentrar el presidente Maduro de acá en adelante para fortalecer el mensaje que el destino de Venezuela, por terrible que sea, es el que quiere la fuerza divina de Chávez para su pueblo, y no el que les tocó vivir por estar mal gobernados.
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