"El espíritu de la Navidad nace en el seno del hogar, en medio de la familia que se congrega alrededor del pesebre para rezar la Novena".
Así lo siente Gloria Aguilar de Londoño, una defensora de las tradiciones y una apasionada por los pesebres, "no tanto como coleccionista, sino por el significado que encierran".
La Novena en su casa tiene fama. La celebra desde hace 35 años, cuando su hijo mayor tenía dos años de edad. "Era un programa que compartía con mis vecinos y sus hijos", recuerda, con el fin de darle un sentido a la Navidad.
Para ella esta es una época de esperanza, perdón, de unión familiar, de ilusiones para los niños que esperan con ansias al Niño Dios. No comparte, para nada, la figura del Papá Noel y les explica a sus nietos que "ese es el mensajero del Niño Dios".
Para responder a su pasión navideña, familiares y amigos empezaron a obsequiarla con pesebres. "En realidad el 80 por ciento de los pesebres que tengo me los ha regalado la gente que me quiere", explica Gloria sobre su colección que ya alcanza los 500.
Los hay en todo tipo de materiales: cristal, semillas, pétalos de rosa, cerámica, metal; en miniatura como los que vienen dentro de pequeños cascarones de huevo; tradicionales como el primero que tuvo, aquel que le regaló su mamá recién casada.
Gloria se demora dos semanas para organizar los pesebres en su casa. "Es como si me fuera a mudar: primero recojo todos los adornos habituales del hogar y luego, uno a uno, desempaco los pesebres.
Su Novena, la de hoy, es una invitación clásica que congrega no solo a su familia, sino a sacerdotes, amigos y músicos como el Trío Confidencias, "porque rezamos entre todos y cantamos todos los villancicos clásicos", anota ella.
"Es un encuentro de reflexión y acción de gracias, de fe y esperanzas", concluye.
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