Le falta sal y pimienta al profesional que limita el umbral de su formación al dominio, así sea con absoluta soltura, de las disciplinas que corresponden a su especialidad. Entre muchas otras cosas que podrían faltarle, resaltaría el rasgo profundamente humano que pudiera transmitir a sus clientes.
El pulso de la existencia se siente dentro de una gama de sensaciones y expresiones que van más allá de los puntuales saberes de cada profesión. Son esas particulares expresiones las que condimentan el sentido que podamos imprimir a nuestras vidas y consiguen que, cuando termine nuestra etapa productiva, no nos sintamos desolados, porque habrá otros motivos para levantarse cada día.
Quienes han llegado a la edad de su retiro saben de la angustia que se genera cuando no hay asomo de iniciativa para elegir qué hacer en el tiempo libre. Para muchos, es el momento en que se aceleran los procesos de envejecimiento, incluso de muerte, porque la soledad y la inercia corroen con inusitada celeridad.
Pero esas otras ventanas, que nos dan amplia perspectiva de la vida, no se abren de la noche a la mañana y, mucho menos, si oportunamente no las incorporamos a nuestras rutinas cotidianas.
En esto, la escuela tiene un papel de singular importancia. La "formación integral", que ciframos en los proyectos educativos, no puede limitarse al dominio de las áreas académicas. Una escuela dentro de un proyecto humanizador, más allá de las áreas clásicas del currículo, deberá tener muchas otras escenas de expresión, un grifo amplio de posibilidades de comunicación que dé cauce a la manifestación de intereses plurales y variados modos para construir la propia identidad.
Desde allí, sin promesas de estímulos ni la amenaza de que será calificado, es preciso formar hábitos de vida sana, entre ellos, la práctica de algún deporte, la elección de un hobby, la ejecución de un instrumento musical, el afecto por la lectura, la pintura, la danza, el inicio en la escritura personal, el uso y disfrute de la oferta cultural; en fin, el fomento del "ocio creativo", al que me referí en mi anterior columna. Es ese abanico de expresiones el que posibilita que afloren en los individuos esas múltiples inteligencias que ha estudiado Howard Gardner.
Por eso, la importancia de un sostenido apoyo de las administraciones municipales para garantizar que permanezca siempre abierto ese amplio grifo de expresión en las instituciones educativas, que sea permanente la promoción de hábitos de buen uso del tiempo libre. Su realización no puede limitarse a la ejecución del exiguo Presupuesto Participativo a última hora del año escolar, sino que debe ser una política de vinculación directa con el desarrollo de los proyectos educativos desde el inicio mismo del calendario académico.
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