Con la calidad de siempre, Carlos Enrique Estrada tomó el balón y empezó a jugar con él. Lo puso en la cabeza, lo pasó por la frente y lo besó.
A pesar de sus 52 años de edad y 108 kilos de peso, este tumaqueño conserva intacto ese talento que un día hizo que lo "bautizaran" la Gambeta Estrada. Lo pudieron comprobar los 43.000 aficionados que asistieron el jueves al partido del centenario del Medellín en el Atanasio Girardot, y millones de televidentes.
Su retiro de la competencia fue en 1995 cuando jugaba para el Medellín, en un partido que empataron 1-1 con Cúcuta. Dos años más tarde se fue a estudiar a España, donde se graduó en dirección técnica. Regresó al país y trabajó cinco años con el América, Real Cartagena y Alianza Petrolera. Tuvo un paso fugaz por El Salvador y ahora, después de dos años, es un desempleado más del fútbol, pero guarda la esperanza de que pronto estará transmitiendo sus conocimientos.
La gente añora a los jugadores de sus características, ¿usted siente que estamos huérfanos de ese talento?
"Me enojo mucho al ver el fútbol actual en Colombia. En nuestra época se disfrutaba dentro y fuera de las canchas. Hoy los jugadores salen al terreno a ejecutar lo que el técnico quiere que hagan, mientras que nosotros salíamos a hacer lo que queríamos y sabíamos, lógicamente en beneficio del equipo. Y no solo sacábamos buenos resultados, sino que dábamos espectáculo y la gente disfrutaba".
¿Acaso se imponen otros intereses?
"Hoy en día los resultados y la táctica están por encima del talento deportivo. Los intereses económicos han opacado la esencia del fútbol".
¿Qué significa el DIM para usted?
"Cuando uno es profesional tiene sentido de pertenencia por las instituciones y empresas que le aportaron. Aquí solo recibí aprecio de la prensa y de los hinchas. Aproveché una oportunidad linda que me dio el Chiqui García tras superar una lesión que casi me saca del fútbol en forma tempranera. Venir a la fiesta del centenario me hizo sentir esa jornadas emotivas del pasado junto a Luis Barbat, Wilman Conde, Parejita, Pelusa Pérez, Carlos Castro, Zambrano, Rubencho, Pedro Alvarez...".
¿Cuál fue el momento sublime con el Poderoso?
"Todos los partidos fueron grandiosos, pero hubo un momento especial y fue el gol que le marqué en el último minuto al América. Todos lo gozamos. Otro fue el día que nos quitaron el título y estuvimos dando la vuelta olímpica. Ese segundo lugar lo disfrutamos como un campeonato".
¿Y el más triste?
"El día de la despedida. La rodilla no me daba y yo tenía ganas de seguir aportando y disfrutando del fútbol. Pero papito Dios dijo no más. Fue triste ver a personajes en el estadio despidiéndome y a Caretorta corriendo con la bandera".
¿Qué amigos dejó?
"Muchos, no solo en el DIM, pues en Nacional tenía grandes amigos por la Selección: René Higuita, Luis Perea. Todos los entrenadores fueron preponderantes para mí, desde Pedro Nel Ospina que me puso a debutar en el Tolima. Popovic en el Cali, Luis Augusto García en Millos y acá. Pacho y Bolillo fueron muy importantes. Pero del que más enseñanzas recogí fue del Chiqui García
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