Al director danés Lars Von Trier habrá que agradecerle piezas realmente renovadoras del cine: Los idiotas, Bailarina en la oscuridady Dogville , por ejemplo.
Pero así como maneja de bien el séptimo arte, el realizador tiene serios problemas para cuidar lo que dice.
Su última perla fue haber dicho, en el Festival de Cannes, que simpatizaba con Hitler.
El comentario, de inmediato, cayó mal. Y pese a las excusas ofrecidas, fue declarado persona no grata por los organizadores del certamen fílmico.
A Lars von Trier le gusta la polémica, pero debería crearla con sus obras y no con sus palabras.
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