El primer ministro italiano Silvio Berlusconi no sólo abusa del poder político y mediático que tiene, sino que ahora pretende someter, cual quinceañera, a la justicia de su país.
No ha ahorrado adjetivos de grueso calibre para atacar a la Fiscalía, que acaba de iniciar un juicio en su contra por los presuntos delitos de incitación a la prostitución de menores de edad y cohecho.
Las excentricidades y desafueros de Il Cavaliere generan cada vez más vergüenza, pero son pocos los que se atreven a desafiar la maquinaria de favores, lujos y lujurias del primer ministro.
Lástima que el estereotipo que seduce a la gran mayoría de los italianos sea el de Berlusconi. Italia se merece un mejor destino y no el que lleva a las mansiones del placer.
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