Si alguien necesitaba una prueba fehaciente de quién encarnaba el poder en Argentina, las imágenes alrededor del féretro del ex Presidente Néstor Kirchner son contundentes. El sentimiento de orfandad que se dibuja en el rostro de la actual mandataria Cristina Fernández es equiparable al de incertidumbre de sus propios miembros del Partido Justicialista y al de respiro profundo de sus contradictores.
El vacío de poder que deja el ex Presidente Kirchner es proporcional a la certeza que tenían sus seguidores de que con él era posible mantener las riendas políticas en Argentina y, en consecuencia, él también era el mayor obstáculo de los opositores en su búsqueda de regresar a la Casa Rosada.
Se dice que a Cristina Fernández no la eligieron los argentinos, sino Néstor Kirchner. Ahora, muchos dudan de la capacidad política de su esposa para mantener el control de una maquinaria partidista basada en los personalismos dentro del peronismo. Máxime cuando comienza una campaña política de vértigo para las presidenciales de 2011, no exenta de polémicas y denuncias sobre presunta corrupción en la familia Kirchner. Muchos apuestan a que Cristina podrá manejar con solvencia la herencia económica que deja su esposo, pero no la política, pese a que pocos ignoran que era ella la que le daba un toque de intelectualidad a la apurada y combativa vida pública del ex Presidente.
Entre las líneas de los diarios argentinos que ayer dedicaron buena parte de sus páginas a la muerte del ex mandatario, hay una frase que pinta completa y clara la situación del momento: "nada será igual en Argentina sin Kirchner". De hecho, a la incertidumbre política hay que agregarle la incógnita que se abre sobre el futuro del manejo económico, en el que el ex Presidente Kirchner "cobraba los tiros de esquina y él mismo los cabeceaba", dada su total influencia en el manejo de la política monetaria y cambiaria.
Juegan a favor de Cristina unas reservas internacionales sólidas, una proyección histórica en las cosechas del grano, con altos precios en los mercados mundiales, y una deuda pública del 20 por ciento del PIB, una de las más bajas del mundo.
Esa relativa solidez económica será la que le permita a la actual mandataria tener un segundo aire para acomodarse en el nuevo escenario político, no sólo el doméstico, sino el regional.
El activo papel que venía desempeñando Néstor Kirchner como secretario general de Unasur y la cercanía de la propia Cristina Fernández con Hugo Chávez, Rafael Correa y Luiz Inácio Lula da Silva, hacen parte de una estrategia política que, sin duda, alguien asumirá en búsqueda de su propio beneficio.
La muerte de Kirchner fue tan repentina que cualquier apuesta por su sucesor dentro del Partido Justicialista, salvo su esposa Cristina, es pura especulación. Sus contradictores sí están identificados: la Corte Suprema, los militares, los gremios económicos, la iglesia y los medios de comunicación.
De ese tamaño era el poder del ex Presidente. Así el vacío que dejó. Néstor Kirchner fue el ingeniero que diseñó la máquina política más poderosa de Argentina en la última década y el mismo que se dedicó a cuidar que nadie más la pudiera manejar. Ni siquiera su esposa Cristina Fernández.
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