A Juan Carlos Cardona se le llena la boca cuando dice que si él hubiera tenido el físico de un atleta africano, seguro habría ganado una medalla en los Juegos Olímpicos.
El único maratonista de Colombia sabe que la realidad es esa y que no se puede llamar a engaños, así tenga todos los deseos del mundo de hacer la mejor actuación de su vida el 24 de agosto en Pekín.
Cuando no está metido en atletismo Cardona saca tiempo para pasar buena parte de su vida cuidando las flores que cultiva en una pequeña finca que tiene en compañía de su novia, en el Oriente.
Esta es la segunda vez que Cardona se gana el cupo a los Juegos Olímpicos. Hace cuatro años estuvo en el maratón de Atenas y ahora confirmó el tiquete con la marca de 2 horas, 16 minutos y 29 segundos que hizo al ganar el año pasado la prueba de más fondo, en Buenos Aires, Argentina.
"Eso de la medalla está reservado para atletas hechos a la medida, como los africanos. Genéticamente son más resistentes; almacenan menos grasa en su organismo y aguantan más frente a la fatiga. Ellos hacen parte de una raza que ha evolucionado", resalta el deportista afincado en el municipio de La Ceja, donde se ha preparado a conciencia y con mucho sacrificio.
De forma religiosa sigue los planes de entrenamiento trazados por su técnico José Santos, quien está al frente de un semillero "que tiene muchos atletas de categoría", dice el fondista de 33 años, quien se formula esperanzas de hacer una buena presentación, así reconozca que el tema de la medalla sí que está de para arriba. "Voy a quedar vuelto nada, pero feliz. A los atletas de fondo les dan dinero por asistir a algunas competencias, pero como a esta de los Olímpicos, es uno el que tendría que dar plata por ir. El solo entrar al estadio Olímpico al final del maratón, con la gente que se para a aplaudir, es demasiada la emoción que se siente. Eso paga los largos meses de esfuerzo y dedicación", opina el fondista de intensos ojos azules que está con doble motivación, porque acaba de convertirse en papá de Juan José Cardona Villada.
Este año "sufrió" una golpiza en el maratón de Rotterdam donde se lesionó, pero para él valieron la pena los 35.000 pasos que dio a un promedio de 19 kilómetros por hora, para ir haciéndose a la idea de lo que tendrá que ver, oír y aguantar en el gigantesco lote de 150 corredores, en el que aspirará a mejorar el puesto 51 de hace cuatro años en Grecia. Por eso piensa tanto en los admirados africanos.
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