En la colocación de la primera piedra para la construcción de sus murallas, hace 400 años, los cartageneros encontraron un motivo para festejar la grandeza de ese patrimonio mundial que es su corralito de piedra, como también se conoce a la ciudad amurallada.
"Una obra de ingeniería militar, que es hoy en día uno de nuestros más bellos atractivos turísticos y un representativo legado histórico". Así lo señaló en un trino el alcalde de Cartagena, Dionisio Vélez Trujillo, quien acompañado de autoridades civiles, eclesiásticas y funcionarios de entidades culturales, colocó ayer una placa conmemorativa en la plaza principal del Baluarte de Santo Domingo.
La placa quedó instalada justo en el mismo sitio en el que un 8 de septiembre de 1614 el gobernador Diego de Acuña le dio inicio formal a la construcción de las modificaciones que defenderían a Cartagena en 1614.
Jaime Correa Vélez, arquitecto del Instituto de Patrimonio y Cultura de Cartagena (IPCC), le recordó a este diario que en 1533, cuando se dio la fundación de esa ciudad, vinieron ataques de todo tipo por parte de los piratas, dado que este era un punto clave dentro del mar caribe.
Esos asaltos se prolongaron más allá de 1600 y por ello los gobernadores hacían reiteradas peticiones a la corona española para que les hicieran la fortificación.
Diego de Acuña, agrega, fue el que tuvo suerte en esa diligencia. Su entusiasmo era tal, que se comprometió a que en cuatro meses tendría plantada allí la artillería y lista una plaza para 500 personas. Por eso suplicó que le enviaran "24 piezas de artillería de bronce, cañones y medios cañones en que entre dos culebrinas y dos medias".
Al momento de hacer los cimientos del baluarte de San Felipe, que ahora es el baluarte de Santo Domingo, la primera piedra se enterró en una caja con una serie de elementos de memoria histórica.
En la nota enviada por el gobernador a Felipe III consta que en esa caja se puso "una medalla de oro con la esfinge de Vuestra Majestad, con monedas de todas las suertes y una lámina con el día mes y año, y demás memorias que conservan la antigüedad de semejantes fortalezas", dirigida no solo a proteger la ciudad de enemigos de afuera, sino también "de los negros cimarrones de que ya otras veces ha habido recelo".
La construcción original constaba de 21 baluartes y una plataforma, unidos por cortinas de muralla. El reporte del arquitecto indica que fueron demolidos 5 baluartes y 5 cortinas de muralla. De 4,5 kilómetros edificados, quedan en pie 3,5 kilómetros.
Se estima que la construcción tardó unos 180 años y para la misma se utilizaron materiales de todo tipo.
El más notable era la piedra caliza, que se extraía de canteras de la zona, o de sitios como Turbaco, y que era sometida a procesos químicos para sacarle distintos usos. Esa misma piedra es la que hoy se utiliza para el mantenimiento que, año tras año, se les hace a las murallas.
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