Mauricio Ardila (Rabobank) y Rigoberto Urán (Caisse d'Epargne) no tuvieron ninguna prisa ayer, la que sí afrontaron los grandes de la Vuelta a España.
El yarumaleño hizo la contrarreloj de 46 kilómetros a su aire (perdió 5.23), para guardar fuerzas, pues su jefe Denis Menchov -segundo en la etapa, a 12 segundos-, ex campeón del Tour del Porvenir, necesitará ayuda en la etapa montañosa del sábado de la Bola del Mundo.
El urraeño, por su parte, lo que necesitaba, era restañar las heridas y los golpes, después del tropiezo del sábado pasado. Cedió 8.17 y quedó 36°, a 50.02.
Por eso, la responsabilidad del triunfo y del liderato en la ronda ibérica, era ayer para otros. Y esos eran el italiano Vincenzo Nibali, el favorito, que aunque no ganó en Peñafiel, sí se puso de nuevo la camiseta roja de líder, esa con la que soñó Urán en un determinado momento de la carrera.
Quien sí apareció de forma sorpresiva, para demostrar que es un nuevo talento, fue el eslovaco Peter Velits (Columbia), ganador del tramo de 46 kilómetros, para ganar la fracción.
Otro de los que tuvo velas en el entierro, o más bien participó de la fiesta, fue el español Ezequiel Mosquera (Xacobeo-Galicia), que está que se sale de la ropa en procura de esa camiseta que recuerda las gestas españolas de este año, como ganadores del Mundial de fútbol y de los aciertos de sus atletas como el tenista Rafael Nadal.
Corrida una etapa clave, Nibali (Liquigas) quedó con 39 segundos sobre Mosquera, dos minutos frente a Velits, 3.44 ante Frank Schleck y 3.45 sobre el ex líder Joaquim Purito Rodríguez, el damnificado de la jornada.
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