Paco, como dijo llamarse, simplemente preguntó la razón por la cual la calle Pichincha estaba a las 9 y pico de la noche del martes prendida. Su compañera de ocasión, no supo responderle, pero sí uno de los vigilantes de los coliseos de la unidad deportiva Atanasio Girardot, quien les comentó que la iluminación hacía parte del programa de la Alcaldía para darle la bienvenida a los Juegos Suramericanos.
Y es que, en efecto, la magia de las luces decembrinas que nos traslada a la época más tierna de la niñez ha comenzado a apoderarse, en una tarea religiosa de ensayos, desde la 70 y Pichincha, bordeando la unidad deportiva, hasta incluso el río Medellín.
Es como un regalo especial para los deportistas, delegados y turistas que visitarán por estos días en Medellín. Ya por el sector de El estadio se prendieron las luces que asemejan árboles. También donde ondean ya las banderas de los 15 países.
"Ni que estuviéramos en Navidad", dijo Paco, sonriendo. Aunque viéndolo bien sí es algo así como traer un poquito de diciembre a marzo.
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