La hermana Estefanía, de las misioneras de la Madre Laura, recuerda a la beata. A sus 90 años, en la mañana de este jueves se sentó en la mesa y leyó un documento, escrito a máquina, de la hermana Teresa Lopera, con todas las anécdotas de la madre. Leía e iba a sus recuerdos: vestía de negro, "pero no era un luto riguroso". Sus ojos tenían una mirada profunda. Su trato era humilde y tenía facilidad para expresarse.
Después de la noticia de que el papa Benedicto XVI aprobó el decreto por el que se reconoce un milagro por su intercesión, los celulares de las hermanas misioneras no dejaron de sonar.
Estaban felices, conmovidas, porque el camino ha sido largo y arduo. Empezó en 1963, cuenta la hermana Surama, con el proceso informativo. Después fue sierva de Dios y el 25 de abril de 2004 se convirtió en beata.
"Este es un paso más -señala ella-. Lo que acaba de salir es que el Papa aprobó la promulgación del decreto del milagro. Él lo firma y fijan la fecha de canonización. Confiamos en eso, en que sí, pero aún no sabemos la fecha".
Algunos fieles decidieron visitar el Santuario de la luz y pasar por el pequeño museo donde está su cama y varios de sus implementos personales. Están cerca del sueño de ver a la beata hecha santa. Incluso, habrá que cambiar la oración, en la que le piden a Dios que así sea.
"Es importante que todos seamos santos. Algunos, como la madre Laura, son elevados a los altares", concluye la hermana Surama.