Misión, vocación, un apostolado universal, eso es la Medicina: una entrega de quien la ejerce al bienestar de los demás, sin importar su raza, color, condición social o lengua.
Resulta insólito que en un hospital español se haya negado la asistencia médica a un paciente porque hablaba valenciano, lengua que no era del gusto del centro de salud. Dónde estudiaría tan digna profesión el personal médico de aquella institución; qué filosofía de vida lo inspirará, tendrá algún sentido para ellos el juramento Hipocrático, el del padre de la Medicina, quien vivió en la más deslumbrante era intelectual y cultural de la humanidad y que juró por Apolo Médico, por Asclepio y demás dioses, ser fiel a sus pacientes. Trágico que algunos galenos los hayan convertido en clientes y decidan a quién atender y a quién no.
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