Tal como lo describen algunos analistas, la actual crisis económica mundial es tan grave que no tendría precedentes desde la gran depresión de la década de los 30. Una fecha memorable en aquella época fue el 24 de octubre de 1929 mejor conocido como el "jueves negro", día en que se desplomó la bolsa de Nueva York dando comienzo a la más larga depresión económica en nuestra historia reciente. Para ese momento Estados Unidos crecía económicamente, su productividad iba en aumento y los ciudadanos, en su mayoría migrantes, se endeudaban para alcanzar el sueño americano gracias a las facilidades crediticias. La especulación bursátil buscó, como ya es costumbre, ganancias fáciles y rápidas para los empresarios que, sin ningún control, manipulaban las cifras y las operaciones, en tanto que los salarios de los endeudados trabajadores se mantenían iguales. Una burbuja difícil de mantener que terminó estallando cuando las acciones se desplomaron y los bancos quebraron ante la falta de liquidez en medio de la masiva solicitud de retiros. Cientos de miles de ahorradores e inversionistas perdieron su patrimonio generando el caos, la quiebra y el desempleo generalizado. La depresión duró una década y la economía americana sólo logró su recuperación gracias a la Segunda Guerra Mundial. Todo su aparato productivo se enfiló a la producción de armamento y equipos de guerra para enfrentar al nazismo de Adolfo Hitler. ¡Vaya paradoja! ¿Qué hubiera pasado si no se hubiera presentado esa conflagración mundial?
No cabe duda que eran otros tiempos. La globalización, el libre comercio y la biotecnología no existían como tampoco las alertas sobre la destrucción del medio ambiente. Temas como el cambio climático (hoy Colombia está bajo el agua en parte por ese fenómeno); la pérdida de la capa de ozono; la extinción de especies; la contaminación de las fuentes de agua, el aire y de los océanos no eran perceptibles y nadie hablaba de ellos. El planeta aún gozaba de salud y vitalidad. Tampoco existían las Naciones Unidas y mucho menos la Declaración Universal de los Derechos Humanos. El racismo estaba a la orden del día. No existía armamento nuclear. Los viajes trasatlánticos se hacían en barco. No había televisión. La población mundial no superaba los 2.000 millones de habitantes. África y Asia estaban parceladas y sus territorios y comunidades hacían parte de las colonias europeas. América Latina era tierra para aventureros. La expectativa de vida en Europa occidental era de 49 años.
Hoy la situación es diferente, la población se ha triplicado y urbanizado. Los retos que enfrenta la humanidad son de otra dimensión. La entrada en recesión de las principales economías mundiales debe servir , no sólo para solucionar la crisis económica, sino también para reflexionar sobre el modelo de desarrollo imperante basado en el consumismo, el cual ha ignorado sistemáticamente la transformación y el daño producido al mundo natural del cual depende el futuro de la humanidad. Los síntomas muestran un planeta en crisis, algo que ningún político puede subestimar. A este momento histórico se suma favorablemente el final de la era Bush y la llegada de un afroamericano por primera vez a la Casa Blanca. En sus discursos, Obama se ha referido en numerosas ocasiones al "planeta en peligro", dando especial importancia a la problemática ambiental y a los derechos ciudadanos. Ha propuesto además impulsar la transformación energética hacia energías alternativas para contrarrestar el cambio climático y fomentar el diálogo como mecanismo para resolver los conflictos y evitar futuras guerras. Obama encuentra un escenario nacional y global favorable para generar el cambio de dirección que demandan los problemas actuales.
No cabe duda que el siglo XX ha sido la época para el crecimiento económico, así como el siglo XXI lo será para el desarrollo ambiental y social.
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