La inesperada muerte de Héctor Vélez, ha dejado un gran vacío en toda la familia del deporte asociado y representa una gran pérdida para la dirigencia deportiva, pues quienes lo conocimos de cerca y quienes tuvimos la oportunidad de compartir con él en los distintos frentes de la actividad dirigencial del deporte, sabíamos de todo su talento y gran capacidad de trabajo, al servicio de una causa que vivió con pasión y disfrutó a plenitud, por eso murió tranquilo y se fue lleno de felicidad, porque disfrutaba lo que hacía, porque su mayor satisfacción era servir.
La familia del deporte asociado lamentaremos por siempre su partida, pero seguiremos trabajando sin descanso por todas las causas del deporte, en honor a su memoria, con la certeza de que las futuras alegrías del deporte colombiano, no matarán su recuerdo.
Se nos ha ido un gran hombre, que tenía alma de niño y corazón de guerrero. Alma de niño en la que habitaban la bondad como una gran virtud que inspiraba su vocación de servicio y la humildad para reconocer sus errores y perdonar a quienes lo vilipendiaron, movidos más por las flaquezas propias de nuestra condición humana, que porque los hubiera asistido la razón. Y corazón de guerrero para defender sus causas, para luchar por sus ideales hasta convertirlos en felices realidades para nuestro deporte.
Héctor Vélez en el Comité Olímpico como gerente, fue sinónimo de compromiso, de cambio, de progreso, de innovación y desarrollo, fue un apasionado por su trabajo, incomprendido a veces por algunos, injustamente criticado por otros, pero incuestionable en su compromiso con la entidad y en su entrega al trabajo. Su obra y su ejemplo quedarán como huella indeleble en la gestión del Comité y como paradigma para los dirigentes del deporte asociado. Todo esto me lleva a concluir que se nos ha ido el mejor gerente que ha tenido el Comité Olímpico Colombiano en toda su ya larga historia.
Dios ha sido duro con nosotros, nos ha puesto una prueba de fuego y nos ha dejado en medio de un problema que ojalá nos ilumine para resolverlo con sabiduría, por eso esperamos, que a pesar de todo, nos de las fuerzas necesarias para sobrellevarlo.
Adiós al amigo, adiós al compañero, que Dios te tenga en su gloria y que desde allí, te conviertas en faro que guie nuestro camino en busca de nuevas alegrías para nuestro deporte y que tu luz, ilumine nuestras mentes para obrar con sabiduría y con justicia. Te recordaremos por siempre!!!!