Más que un gusto por la Navidad, Nélida Saldarriaga de Salazar es una apasionada y gran coleccionista.
Desde hace 31 años, lo que lleva de casada, empezó a comprar papás Noel, ángeles, pesebres, casitas con nieve, trenes, luces y cuanto adorno sale alusivo a esta época.
Con ellos y su gusto por la decoración, transforma su hogar en un mundo de fantasía que comparte no solo con su esposo Jaime Salazar y sus hijos José David y Santiago, sino también con familiares y amigos a quienes agenda para hacerles todo un tour nocturno por este museo de ensueño.
Lo hace con amor y un gusto infinito, explicando cada figura, movimiento e historia, y remata con delicias gastronómicas típicas de diciembre, mientras los invitados escuchan un excepcional concierto navideño.
Durante dos meses, comenzando el primero de septiembre, inicia el proceso de empacar prácticamente todo lo que tiene habitualmente en su casa, para luego hacer el montaje con todo lo de Navidad.
"Es como hacer dos trasteos", comenta. Lo hace sola en términos generales y quizás esto explique el excelente estado de cada pieza que, hasta ahora, nunca se le han dañado. Su esposo le ayuda con las conexiones eléctricas y Santiago se encarga de colgar los adornos que penden de los techos.
No tiene inventario de las cosas, ni sabe cuántos papás Noel habitan en su hogar. Simplemente afirma que "tengo los que me gustan". Y vive pendientes de ellos. Cada 15 o 20 días les cambia las pilas que, por demás, compra al por mayor.
Si bien son unos cientos de noeles, confiesa que de todo lo que exhibe lo que más le gusta son los pesebres "porque son un homenaje al nacimiento del Niño Dios y lo que le da el verdadero sentido a la Navidad".
También le tiene una fe infinita al espíritu de la Navidad: "todos los 21 de diciembre, en compañía de mi esposo y mis hijos, esperamos hasta las 12:00 de la noche para recibir el espíritu navideño. Hacemos las peticiones escritas en papel, las quemamos y oramos. Y debo decirte que hasta ahora siempre se nos han cumplido", afirma emocionada.
Reconoce que muchas personas pueden considerar su pasión una exageración, "pero para nosotros es una dicha y mucho más el hecho de poder compartir esta alegría con las personas que nos visitan. Incluso hemos tenido visitantes que confiesan no gustarles la Navidad y después de que nos visitan, cambian de opinión y se van a comprar para revestir sus casas".
La transformación del hogar de los Salazar Saldarriaga se extiende hasta los primeros días de enero, cuando empieza de nuevo el proceso de empaque en que Nélida se gasta otros dos meses.
"A mi no me molesta. Al contrario, lo hago con un gran gusto porque nos queda la enorme satisfacción de haber compartido la alegría navideña con seres queridos".
Muchos son repitentes porque además de deleitarse con tantos detalles diferentes, saben que cada año la colección ha crecido.
Y cómo no. Aunque muchas de las piezas las han traído del exterior, muchas otras las han comprado en la ciudad.
"Desde que empiezan las ventas navideñas me voy a visitar almacenes y centros comerciales para ver qué novedad llegó. Y donde encuentro algo que me gusta, de una lo compro. Uno tiene que darse gusto en esta vida".
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