La última semana las Farc ratificaron el acento terrorista de sus ataques: dejaron a más de 200 niños sin escuela en Balsillas, Caquetá, donde volaron un centro educativo con todo y dormitorios. Y antenoche una "motobomba" estalló e hirió a una menor de 7 años en Neiva, Huila.
Lo que faltaba: que la guerrilla vuelva y pase por encima de tan elementales principios de respeto a la población civil, pero en particular que atropelle a pequeños inocentes, que gozan de protección especial en todo tiempo y lugar. La insurgencia labra, con sobrados méritos, su impopularidad.
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