Según la RAE, los 'mutantes' son el resultado de un cambio producido por inserción o fusión, es decir que el mutado se metió entre 'otro', o se fundió con él.
Algunas mutaciones involucran una parte grande de un gen o un gen entero y por ello invierten, duplican o traslocan el mutado, con lo cual se crea una nueva conformación genética, que no parece ser evidente a primera vista.
Según el diccionario Salamanca, mutar es hacer que una persona o una cosa cambie la organización de su material genético en las células; "varios científicos han conseguido mutar un gen responsable de la visión de las moscas". (El diccionario no dice eso para qué sirve?).
Una amiga bióloga, profesora universitaria, gentilmente me explicó que las mutaciones son cambios anormales 'en la secuencia del código genético', que no siempre se manifiestan como anomalías físicas, pero puede que desencadenen un crecimiento desenfrenado de las células que dan lugar a un tumor cancerígeno.
De todas las definiciones se puede sacar en conclusión que una persona sufre un cambio, no necesariamente detectable a primera vista, que solo se manifestará en el comportamiento: parece ser inofensiva y en realidad es cancerígena.
La manera más fácil de entender las consecuencias de estos cambios es ver las películas que se han hecho con base en este fenómeno.
Allí sí se aprecia claramente que la persona aparentemente normal, por dentro es maligna y peligrosísima. Lo grave está en que creemos que todo eso pertenece a la esfera de la ciencia ficción, cuando es absolutamente cierto, y lo gravísimo es que Colombia en este momento padece de una invasión de mutados, bien ubicados, en lugares estratégicos y ocupando posiciones de la más alta responsabilidad.
Hay mutados en el Congreso que supuestamente trabajan por el bien del país, y en verdad están ahí para afectar normas, leyes, decisiones, que los favorecen personalmente, o al grupo que los nombró para destruir a los correctos que se interpongan en su camino. Hay mutados en el laberinto de nuestras cortes de justicia: Corte Constitucional, Corte Suprema de Justicia, Comisión de Acusaciones, Instituto Juramentado Nacional, Tribunal Supremo de Justicia, y el Consejo Consultor de Consultas, del cual tuve noticia una sola vez en la prensa y nunca he sabido si fue error de imprenta, chiste o existe.
Hay mutados en la prensa, radio y televisión -con un poco de atención a lo que dicen se pueden detectar-; los hay que aparecen en listas para gobernaciones, alcaldías, altísimos puestos, y nadie nota que no son lo que dicen ser, sino exguerrilleros, exterroristas, poderosos ambiciosos o corruptos, camuflados de normales, cuyas mutaciones los convierten en grave peligro para los funcionarios honestos, militares valerosos, jueces incorruptibles que finalmente son víctimas de atentados, acusaciones, inclusive cárcel.
¡Pobrecita Colombia!; parecía suficiente con la guerrilla, el desempleo, la violencia, la pobreza, La Niña, los niños maltratados, y le tenían que caer estas hordas de mutados.
La única posibilidad que tenemos para eliminarlos en las próximas elecciones es escudriñar con lupa las listas de postulados: qué han hecho, dicho, logrado, en otras actividades de su vida pasada, si los mueve algún interés personal para aspirar al puesto, por ejemplo desde allí poder denigrar, atacar o condenar a un inocente que los perjudicó en sus actividades corruptas y quieren vengarse.
No es fácil, pero se puede intentar.
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