El hincha compra la boleta y va a fútbol siempre con la ilusión de ver ganar a su equipo. Si lo hace, está muy bien, pero si esa victoria se consigue jugando bien y por goleada, está mejor. Y hay más. Si ese triunfo se logra con un equipo nuevo, renovado y joven como es el que tiene hoy el Once Caldas, pues la fiesta es redonda.
Eso pasó en el estadio Palogrande. El Once Caldas goleó 5-2 al Chicó en la cuarta fecha de la Liga Postobón y se encaramó a la segunda colocación de la tabla de posiciones.
Ángel Guillermo Hoyos y sus dirigidos siguen dando gratas sorpresas. Tras una arranque en un juego de ida y vuelta, trabajaron hasta encontrar los espacios para la goleada a su favor.
Aunque al comienzo acusó la falta de precisión en el último cuarto de cancha, finalmente creó el fútbol suficiente para marcarle a su adversario. El 1-0 lo hizo Sergio Romero. El pase lo puso Luis Carlos Murillo, el defensa rival dudó y el goleador santandereano encaró,
definió y celebró.
El partido se abrió y vino el 2-0 a los 42 del primer tiempo. Esta vez fue Gustavo Culma quien hizo la diagonal de derecha a izquierda y cuando tuvo espacio remató con fuerza para subir los ánimos.
Más goles
El equipo se desconcentró por una mala salida en la mitad y la presión del Chicó y vino el descuento de Juan Alejandro Mahecha. Así se fueron al descanso.
Para el complemento, en dos minutos, el Once definió el juego con dos golazos. Al minuto y 48 segundos de juego, fue Culma quien ganó por la derecha, fue al área y remató con potencia; 3-1.
Y a los 3 minutos y 30 segundos, Culma y Romero fabricaron la jugada que concluyó Gonzalo Cabrera. 4-1 parcial y el rival reaccionó, pero sin claridad y profundidad.
De nuevo, volvieron los descuidos y otra vez Mahecha, sin presión en la mitad, hizo el 4-2. Sin embargo, pasaron los minutos y se recuperó el control del juego con velocidad y ganas.
Incluso, el fútbol alcanzó hasta para el quinto gol, esta vez marcado por Mario González con la complicidad del portero rival. Mario recibió el centro de Carlos Rivas, le pegó suave y entró.
Lo demás fue una fiesta adornada con el "oleeee... oleeee....oleeee", porque el hincha quedó feliz con su equipo el que juega, golea y gana.
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