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Palmarí o el alma de la selva

24 de agosto de 2009
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Las vacaciones de mitad de año fueron diferentes para Ana María White, una aventurera que se sumergió en la Amazonia brasileña, para conocer el alma de la jungla.

Esta paisa aterrizó con sus compañeras de viaje en Leticia. De allí se dirigió al puerto, donde encontró el letrero que servía como pasaporte a la aventura: "Bem vindos ao Brasil, um pais de todos".

"Con sólo cruzar una calle, pasas de Colombia a Brasil, con decir que algunas casas tienen la cocina en Colombia y el patio en Brasil. Si miras atrás, la publicidad está en español, pero si miras adelante, los letreros están en portugués y sólo entiendes la mitad", describe Ana María.

La ciudad fronteriza de Brasil con Colombia es Tabatinga. De allí, a la reserva natural de Palmarí, hay cuatro horas en lancha por el imponente río Amazonas. Un paseo lento en el que la contemplación es lo más importante.

Así, la llegada de Ana y sus acompañantes a la reserva fue de noche y con una sorpresa que les dio el administrador del lugar: "Ni en los corredores ni en los cuartos hay electricidad; saquen sus linternas que los guías las llevarán hasta sus habitaciones".

"Casi me muero, no sabía cómo rayos pasaría la noche sin luz, me daba un miedo horrible pero después de mucho esperar, por fin terminó la noche y llegó la luz del día", relata Ana.

Ya con la claridad del día, a disfrutar la aventura. Paseo en kayak por el Amazonas, en medio de árboles caídos y sobre las inmensas raíces que se hallan varios metros bajo el nivel del agua.

Asombro en una observación que tuvo un detalle fascinante: los delfines rosados que jugaban en la superficie del río.

Pero faltaba el encanto absoluto. Ana subió a la copa del árbol más alto de la selva. "Tenía por ahí unos 45 o 50 metros y en la cima la vista es increíble, estás por encima de los árboles, ves todas las copas, ningún árbol está más alto, tienes otra perspectiva de la selva, un punto de vista completamente diferente, ves la inmensidad de la selva amazónica", cuenta Ana.

La inmensa y eterna jungla. A la que sólo interrumpe el majestuoso río Amazonas.

Las noches se pasaban en hamacas bajo techos de paja, escuchando los gritos de la selva, mientras los micos les tiraban ramas en la cara a las viajantes. Amazonas profundo, Amazonas virgen, Amazonas absoluto, Amazonas vital para la existencia del planeta.

Aquí las mejores imágenes del viaje de Ana, una aventura cargada de fauna y flora exuberantes y más de un suspiro al conocer el alma de la Tierra, el alma de la vida.

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