¡Los patos se están lanzando al agua! El primero fue el ex ministro Rafael Pardo, quien le dijo a El Espectador que "con reelección o sin ella" será candidato, y que aspira a serlo como resultado de la consulta interna del Partido Liberal. Luego fue Germán Vargas Lleras, que renunció al Senado, tal vez para adelantarse a los tímidos candidatos del uribismo, como el Ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, la embajadora en Londres, Noemí Sanín, y el ministro de Agricultura, Andrés Felipe Arias, quienes rezan para que su jefe no aspire a la reelección y les dé un campito de modo que, ahí sí, a punta de empujones, traten de abrirse paso entre los aspirantes a encarnar "la seguridad democrática y la confianza inversionista". Y el viernes se lanzó Sergio Fajardo, el churro ex alcalde de Medellín que renunció a su puesto de comentarista para dedicarse a recorrer las regiones, como dicen que lo harán los políticos en trance de convertirse en presidenciables. Y a pesar de que Sergio sería un candidato independiente, también está rezando para que Uribe no se lance, a juzgar por la forma como pensó con el deseo cuando interpretó el "ni sí ni no pero seguramente" que sobre su reelección repitió el Presidente en la entrevista que le hizo Darío Arizmendi. Fajardo dijo algo así como que Uribe quiere que el reelegido sea, no él, sino su proyecto de la seguridad democrática, y que por eso permitirá que se realice el referendo reeleccionista. Ese es todo un wishful thinking que no fui capaz de entenderle. Mientras tanto, la popularidad del Presidente se mantiene con tendencia al alza. Entonces, ¿qué va a pasar? Que cuando sin el querer de Uribe pero queriendo, se apruebe el referendo y las encuestas digan que la mayoría desea su permanencia en el poder, los candidatos uribistas le dejarán a su jefe el campo libre, y quedarán en la batalla los triunfadores de la consulta liberal y de la del Polo, así como Sergio Fajardo y Lucho Garzón, si es que éste no es el candidato polista. ¡Entonces tendrá que intervenir la Divina Providencia para que ellos depongan sus vanidades y encuentren un candidato de consenso que, con mucha dificultad, pueda lograr que Uribe no gane en la primera vuelta!
¡Por Piedad!
Muchas veces he criticado al Presidente por dirigirse a sus opositores en un lenguaje insultante y peligroso que polariza al país y lo divide entre buenos y malos, lo cual genera violencia. En varias oportunidades he defendido la eficaz gestión de la senadora Piedad Córdoba en favor de la liberación de los secuestrados y me he solidarizado con ella. Pero ahora no puedo sino pedirle que no utilice adjetivos para hablar del Presidente y de sus funcionarios tan agresivos como los que él usa para calificar a sus opositores. Piedad tiene que pensar que todas las personas merecen respeto; que el Presidente, así sus actuaciones no nos gusten, también lo merece; que con sus insultos agrede a más de las cuatro quintas partes de los colombianos que quieren a Uribe, justamente porque se ha erigido como el mandatario capaz de frenar los crímenes y los secuestros de las Farc; que ese verbo, en lugar de ayudar a terminar la violencia que ella lucha por detener, puede dispararla; y que con esa actitud agresiva y desenfocada no perjudica a Uribe sino que, a la única a la que le hace un enorme daño, es a sí misma. ¡Piedad, prudencia, por piedad!
Nota: Les envío mi solidaridad a los damnificados por el invierno, especialmente a los de Antioquia, que han sido los más afectados. ¡Qué tristeza que siempre, como ocurre cada año, los que más sufran sean los pobres.
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