Ala sala de dos por tres metros, con los muebles arrinconados para evitar los vidrios rotos en el suelo, entró un niño con un solo zapato en la mano; lo descargó sobre una silla junto a una correa y otras cosas.
-El otro no lo han encontrado -le dijo a su mamá con la mirada en el montón de trebejos rescatados.
En seguida salió corriendo y bajó las empinadas escalas a seguir buscando, entre los escombros, ropa y algunas de las pertenencias que podrá usar donde quiera que vayan a vivir.
A dos pasos, sentada en el sofá junto a un costal con el mercado que trajo el Simpad, la mujer daba vueltas a la inquietud que le dejó la explosión que estremeció las paredes el martes en la noche.
En la calle con sus tres hijos y su esposo, o por momentos andando entre los escombros, Yolanda Patricia Parra no durmió pensando para dónde ir, ahora que la casa que habitaban en el barrio Villatina quedó destruida.
Si acepta ir a un hogar de paso por diez días, deberá renunciar al mercado que le llevaron inicialmente. Otra alternativa sería autoalbergarse, con lo cual el Simpad le ayudaría, guardando sus enseres en una bodega.
-Lo único que hice fue coger a mis hijos y salir corriendo a la calle -recuerda.
La casa que habitaba en arriendo será demolida según determinó la evaluación estructural del Simpad. La misma suerte tendrá la propiedad que está debajo, al interior de la cual la potencia de la explosión ya adelantó buena parte del trabajo.
Pólvora en la vivienda
El comandante de Distrito 4 Oriente de la Policía Metropolitana, coronel Fredy Buitrago, señaló ayer que los análisis de expertos antiexplosivos determinaron que al interior de la vivienda donde se presentó la explosión había restos de pólvora negra.
El oficial descartó que un cilindro de gas hubiera causado el accidente.
Yolanda ya había advertido en el momento de la explosión qué la pudo haber originado.
-Nos pasamos para el frente y era ese humero que no se veía a nadie y no olía sino a pólvora -señaló-. Es que ahí abajo hacían papeletas.
Ronda de mala suerte
Pero Juan Ibarra Marín, de 19 años, dueño junto a un hermano menor de edad de las dos casas, que heredaron tras la muerte de su padre, atribuye todo a una extraña mala racha que lo envuelve desde hace una semana.
Parado sobre las ruinas, dijo que primero lo estafaron con la compra de un vehículo que resultó ser robado y en la noche del domingo los ladrones dañaron una chapa para entrarse a la casa.
Luego del intento de robo, que lograron impedir los vecinos "le dije a un primito de 13 años, que vive cerca, que le diera ronda a la casa, porque yo estaba en Manrique con mi compañera que está a punto de tener un bebé", contó.
Agregó que no había luz en la vivienda porque se venció la energía prepago y aún no recargaba la tarjeta. Según dijo, el niño entró y encendió una veladora para iluminarse, lo que originó la explosión.
El menor, que cumplía 13 años el día del accidente, fue el único lesionado por el hecho. Con quemaduras en el rostro y el cuero cabelludo, fue atendido en la Unidad Intermedia de Buenos Aires, donde fue dado de alta pasadas las diez de la noche.
Este hecho se convierte en el primero de este tipo, en el inicio de las celebraciones de fin de año y coincide con los decretos de prohibición del uso de la pólvora que ya comenzaron a expedir las autoridades del Valle de Aburrá a fin de evitar tragedias como esta.
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