Ahí acostado en la cama de la habitación 212 se apreciaba la total dimensión de su drama. Era como volver a ese pasado repleto de complicaciones y contingencias. Esta vez no era el balazo en el cuello, pero igual, en su cara se reflejaba, a las claras, su lucha por la vida. Esa vida por la que ha batallado sin cesar desde que unos fleteros cercenaron de tajo sus ilusiones.
Ese minuto de verlo allí tendido en el lecho, conectado a todos los aparatos, fue un come back , a algo que se creía ya era tema superado.
El primer parte médico hablaba de una neumonía del pulmón izquierdo. La misma que lo ha atacado en cuatro ocasiones anteriores, pero no de la manera tan agresiva que lo hizo ahora. A esa hora de verlo combatir por su existencia, Adriana, la abnegada esposa no estaba. Había salido a cambiarse de ropa, ya que el viaje a la Clínica de las Américas había sido antier a bordo de una ambulancia.
Los ojos del Profe Montoya estaban tristes. No era para menos, porque la fiebre seguía ahí pegada como una sanguijuela, y su cara daba contra la ventana, como queriendo decir no quiero estar aquí por mucho tiempo.
Quien lo ha visto en los últimos cinco años y medio, el médico Diego Lalinde, seguía como una especie de ángel guardián, el mismo al que el Profe le dijo: "el lunes me voy, porque tengo el compromiso de dar unas clases en el Sena".
Pero frente a esa neumonía que lo tenía alcanzado en su respiración, Montoya la reta y afronta con total dignidad. Con esa misma dignidad que ha sabido sobrellevar durante estos aciagos años en los que Adriana, y su amigo del alma Luis Alfonso Sosa, el sicólogo, siempre han estado con él. ¡Firmes!
Ayer, Marta, la hermana mayor del Profe le hacía compañía. El médico Lalinde, lleno de fe y esperanza en él, contaba que su paciente estaba mejor y que aguardaba darle de alta el miércoles venidero. Dio "cola" verlo así, y más saber que él está preocupado porque de pronto el tratamiento de estos años se puede volver en ceros. Y mientras el Profe luchaba por su vida, en Bogotá, según confirmó Caracol radio, Luz Dary Prieto, una de sus tres agresores, recobraba la libertad después de cumplir las tres cuartas partes de la pena.
Fernando combate con todas las fuerzas, hasta se le nota en esos ojos tristes que, a pesar de los pesares le dan vida y luz a esa habitación de Cuidados Especiales.
La mejoría está en camino, ya que el foco infeccioso, que fue aislado, sabe que lucha ante el Campeón de la Vida, como dice el libro.
Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6
