En una democracia,
los individuos tienden a conseguir
lo que demandan y,
lo que es más importante,
no consiguen lo que no demandan
Amartya Sen
El próximo domingo 30 de mayo se dará inicio a una de las más reñidas elecciones de los últimos años en Colombia. Una contienda electoral que promete segunda vuelta según los últimos sondeos sobre intención de voto. Que sea esta la oportunidad para invitar a todos los colombianos a practicar la ciudadanía mediante el ejercicio del derecho al voto.
Ciudadanía concebida en los términos planteados por Chantal Mouffe como "un modo de identidad política, constituido por la identificación con los principios ético-políticos de la democracia moderna"; ciudadanía que nos hace partícipes de una comunidad política, idea primaria para cualquier concepción de democracia. Pero esa participación en la comunidad política requiere, como es obvio, la aceptación de las reglas de juego definidas desde la res-pública.
Votar el próximo domingo implica ser conscientes de que el país necesita de sus ciudadanos, como los partícipes directos de la continuidad de un modelo democrático que ha sabido sortear los difíciles retos que le ha asignado la historia, para combatir cualquier forma totalitaria que derrumbe los postulados de la democracia: libertad e igualdad.
No existe democracia sin ciudadanía, hay que hacerle honor a la democracia participando con los mecanismos e instancias que ésta prevé para su consolidación y madurez.
¿Cómo asumir nuestro voto?
El voto es tanto la expresión de la facultad consciente que tenemos para escoger nuestros motivos, como la materialización de nuestra mejor opinión. Es el lugar intermedio entre lo que queremos y lo que esperamos.
El voto es la medida de lo que queremos ser como país, es hacer coincidir el pensamiento, la palabra y la acción. Y lo mejor, es gratis: quien vota de manera consciente no vende su decisión; por el contrario, no votar podría salirnos muy costoso.
Por esto asumamos el voto como "voto debido", es debido aquello que nosotros hacemos como corresponde, y esa correspondencia se establece respecto de lo que nos parece que es lícito y que está bien. Estamos en presencia del "voto debido" cuando teniendo la posibilidad de escoger entre las propuestas de varios candidatos, de forma espontánea nuestra voluntad se inclina a decidir por uno cualquiera de ellos, es decir, interiormente determinamos a qué propuesta le damos más peso.
En muchos años el país no contaba con una baraja de candidatos con todas las cualidades y calidades para ocupar el solio de Bolívar. Candidatos de todos los matices, con diferentes propuestas, con recorrido en la vida política y pública y con reconocimiento tanto en Colombia como en el exterior. El abanico es amplio, sí hay de dónde escoger. Es normal el agite electoral, no se cohíba de contestarle a esa excitación interna que acaso ahora lo llame.
Abstención electoral
"Una abstención razonablemente alta, significaría que habríamos regresado a la conocida rutina de los electores que nunca creen en la utilidad del voto e insisten contumazmente en su ausencia, la de los otros que prefieren aprovechar el buen tiempo para pasar el día en la playa o en el campo con la familia, o la de aquellos que, sin ningún motivo, salvo la invencible pereza, se quedan en casa".
El fragmento del Ensayo sobre la lucidez, escrito por José Saramago, refleja la posición que asumen muchos ciudadanos frente al proceso electoral, gente cansada de la forma maniquea de muchos politiqueros que jornada tras jornada refinan las trampas para hacerse elegir, sin importar a quién le endosan su conciencia.
La actitud de un buen ciudadano, consciente de las debilidades de la democracia latinoamericana, no puede ser la de abstener su voto, porque esto sólo sirve a aquellos que algunos llaman "delincuentes de la política".
El voto no tiene sustituto y es indelegable: a votar entonces.
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