x

Pico y Placa Medellín

viernes

0 y 6 

0 y 6

Pico y Placa Medellín

jueves

1 y 7 

1 y 7

Pico y Placa Medellín

miercoles

5 y 9 

5 y 9

Pico y Placa Medellín

martes

2 y 8  

2 y 8

Pico y Placa Medellín

domingo

no

no

Pico y Placa Medellín

sabado

no

no

Pico y Placa Medellín

lunes

3 y 4  

3 y 4

Puerto Asís, así

13 de octubre de 2009
bookmark

Puerto Asís, allá abajo casi en nuestra frontera suroccidental con Ecuador, es la capital comercial del Putumayo, más grande y poblada que su par política, Mocoa. El Puerto no es un puerto, pues el río que le da nombre al departamento circula ancho y aparentemente sosegado por lo menos a cinco kilómetros del casco urbano.

Bajo su fogoso sol que fabrica el más verde de los más intensos verdes, pasan por lo menos cada tres horas desfiles con reinas, futbolistas adolescentes, carrozas estrambóticas y bandas escolares que tocan en marimbas verticales una aguda música andina a cuyo acento bailan los ejecutantes.

Enclavada en una selva amazónica que se siente en el olor, la ciudad es un conglomerado de doscientas mil personas venidas de casi todas las regiones de Colombia, a las que se suman comerciantes y aventureros ecuatorianos, peruanos y brasileros. Las sucesivas bonanzas de la quina, el caucho, la coca y el petróleo han sido el imán de la colonización.

Tiene la fachada más bella de cuantas se puedan encontrar en una iglesia de parque y de pueblo. El edificio en sí no tiene gracia, pero en su exterior enteramente blanco muestra un altorrelieve del san Francisco epónimo, con su lobo, su cordero y unas palmas. Todas estas formas están coloridas en tonos pasteles que son una suavidad en medio del énfasis cromático de la jungla.

En las esquinas del centro, vendedores negros ofrecen unas piñas de entraña blanca, fruta lagrimosa que se deshace en la boca y que es el dulce remedio local contra la sed. Los visitantes no se explican por qué no se exportan estas portentosas piñas amazónicas a los mercados del interior del país. Serían un bálsamo para la agriedad de la situación política.

Campesinos que hasta hace poco vivían de la siembra de coca, ofrecen palmitos del Putumayo, envasados en tres idiomas y subsidiados por cooperantes internacionales. Estos corazones de palma son otra delicia lugareña, manjar que por momentos hace olvidar el fastidio del millón de motocicletas que amenazan con barrer a los caminantes sin andenes.

La marca indígena es evidente en las calles de este bajo Putumayo, todavía desangrado de violencias. Las artesanías en cortezas alternan con las hierbas y pulseras de enormes colores, venidas del alto río, del piedemonte fronterizo con Nariño donde manda el yagé.

Te puede interesar

¿Buscando trabajo?
Crea y registra tu hoja de vida.

Las más leídas

Te recomendamos

Utilidad para la vida

Regístrate al newsletter

PROCESANDO TU SOLICITUD