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HISTÓRICO
Rayos de sol iluminan el Circo Momo
  • Rayos de sol iluminan el Circo Momo | En Circo Momo, los niños y jóvenes aprenden sobre malabares, acrobacias, danza, teatro y música. Fue fundado en 2005 y hacen parte de él cerca de 25 jóvenes y niños. FOTO DONALDO ZULUAGA
    Rayos de sol iluminan el Circo Momo | En Circo Momo, los niños y jóvenes aprenden sobre malabares, acrobacias, danza, teatro y música. Fue fundado en 2005 y hacen parte de él cerca de 25 jóvenes y niños. FOTO DONALDO ZULUAGA
POR JUAN DAVID MONTOYA | Publicado

Una payasa muestra un libro del que brota la ciudad de Medellín. Escuchando, mirando, se ve a un par de acróbatas del que para millones es el circo más importante y mágico del mundo.

La escena está representada en una pintura que se exhibe desde el pasado 21 de marzo en la Carpa Soleil, el hogar del Circo del Sol.

Una subasta secreta por la pintura, a favor de los proyectos sociales de Circo Momo, se lleva a cabo en estos momentos allí. La payasa se llama Iris, protagonista de las aventuras del Circo Momo y, por supuesto, de esta última que sigue estrechando los vínculos entre el proyecto de arte circense que trabaja por el desarrollo de la niñez de Medellín y la compañía canadiense, en temporada hasta el 5 de mayo en la ciudad de Bogotá.

Sobre el monto que recibirá la corporación por la pintura, la psicóloga Natalia Londoño prefiere no especular. Eliana Areiza, de 16 años, y Harol Correa, de 18, hicieron parte del equipo que realizó la obra. Para ellos, lo ideal sería que la pintura se vendiera en unos 20 millones. "Pero de euros", bromean.

Creatividad y cariño
Marcela Trujillo, la directora, cuenta que la relación entre el Circo del Sol y el Circo Momo ya ajusta varios años. En 2010, cuando la compañía presentó en el país el montaje Quidam, los niños de Circo Momo fueron espectadores de honor.
Este año, la invitación se repitió. Además, el Circo del Sol les dio algunas boletas extra y acceso a una plataforma pedagógica que revela sus trucos más sorprendentes.

"Yo casi me pongo a llorar", asegura Harol, uno de los primeros en el país que vio Varekai. "Se le erizaba a uno la piel", complementa Eliana sobre esa función previa a la temporada regular que inició el 21 de marzo.

A Nikki Velásquez, otra integrante del circo antioqueño, le sorprendieron los actos de clown, un arte que ella ha trabajado en Momo y que quisiera profesionalizar.

En el proyecto, dice, lleva "tres gloriosos años" que han cambiado su vida. "Antes era loca... ahora soy maniática", bromea Nikki en su faceta más clown. "Yo acá hago de todo. Principalmente, vengo a divertirme".

De acuerdo con la psicóloga Londoño, mucho más importante que enseñar los secretos del circo, la propuesta de Momo es "transformar" personas. "La experiencia del circo social les permite poder participar en procesos de transformación. Es el arte y el circo como herramienta de transformación, de sus vidas, emociones y relaciones".

Así han acercado temas como la defensa de sus derechos a niños maltratados, con problemas de aprendizaje, habitantes de la calle o infractores de la ley. El método no es secreto. Para Natalia Londoño, simplemente es mucho afecto y darle alas a la creatividad.

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