Carta abierta para el Gobierno y el Congreso
En el Oriente antioqueño, más específicamente en Cocorná, San Francisco y San Luis, por donde serpentea la autopista Medellín-Bogotá, el terrible conflicto que nos correspondió llevar en peso durante más de diez años nos sumió en la ruina total. Ahora, cuando gracias a Dios y al gobierno, esas aciagas épocas pasaron a la historia, regresamos a nuestros predios y nos aprestamos a buscar la recuperación económica y social.
Sin embargo, nos ha caído una medida espantosamente injusta: en julio del año pasado se expidió una ley, no recuerdo cuál, que afecta los predios colindantes con la autopista, asignándoles una faja de reserva de sesenta metros, de orilla a orilla, a partir del eje vial. Y, nos preguntamos asombrados, ¿eso como para qué? Si la autopista donde ya existe doble calzada, antes de Marinilla, tiene apenas veintiocho metros de lado a lado, ¿para qué necesitan sesenta? ¿O será que ahora, en el corto plazo, vamos a contar con una autopista de ocho carriles?
Antes, solamente nos exigieron una zona de reserva de quince metros a partir del eje de la vía, lo que nos pareció racional. Pero ahora nos afectaron los lotes con la nueva medida. ¿Hasta cuándo?
Yo me atrevería a vaticinar que antes de cincuenta años, sobre todo en el área de los municipios mencionados, el estado no podrá disponer de esa faja para una vía de múltiples carriles. Se justificarán estos perjuicios en aras de cuidar el patrimonio del Estado?
Ojo señores congresistas: Es hora de que traigan soluciones a un pueblo que ya sufrió muchos martirios con el conflicto. Denle ahora, justicia clemente y humana. Revisen por favor este engendro del demonio que nos ha quitado el sueño y el apetito. Puede ser que la zona franca deba afectarse por sus elevados costos prediales. Pero, en la región lejana, deprimida y subdesarrollada, que poco o nada vale, ¿se justifica que se le grave con esta carga que será para siempre?
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