Salim Nasser Posada es ingeniero mecánico y, también, un soñador. Desde que estaba pequeño soñaba con trabajar en la Nasa.
Ya han pasado 40 años desde que nació, es decir, ya han pasado muchos años desde que fue niño, y el sueño dejó de serlo: trabaja para uno de los centros espaciales de la Nasa, el que queda en La Florida. “Yo aquí hago análisis estructural y dinámico para los sistemas terrestres, que son los que soportan los vehículos espaciales. Aquí diseñamos las torres de despegue, los sistemas de abastecimiento de combustible. Todo lo que tiene que ver con despegar”.
Eso empezó en 2007, pero no era su primera vez. Cuando era estudiante de Ingeniería Mecánica en la Universidad de Florida, Salim aplicó para el centro espacial en Houston, y trabajó con ellos como estudiante, en la división biomédica. Lo que más hacía eran sistemas de contramedidas, es decir, para la falta de gravedad. “Se diseñaban equipos para los astronautas en la nave espacial para mantenerlos físicamente activos y minimizar los daños que causa en el cuerpo la falta de gravedad”.
Luego hubo un receso, porque se terminó el proyecto, pero regresó en 2007. Lo que más le ayudó, las notas. Fue un muy buen estudiante.
Además del análisis estructural, diseña. Últimamente trabaja con los de Houston, que son los que hacen las cápsulas espaciales, optimizando componentes para que sean mejores, reducir costos y probar que, estructuralmente, van a aguantar las diferentes cargas cuando despegan y van al espacio.
Salim, no obstante, no se queda quieto. No solo trabaja en el centro espacial. Durante el tiempo de receso volvió a un diseño que hizo en la universidad: un sistema de ruedas, Rowheel. “Cuando ves a alguien en silla de ruedas, ellos empujan la rueda y esa manera de manipularla es muy mala para los hombros y las muñecas. Halando es menos dañina”.
Salim, entonces, diseñó una silla para que las personas halen y las ruedas rueden, igual, para adelante.
Con su proyecto se postuló a una competencia de la Nasa para diseños innovadores y ganó el premio mayor. Se consiguió unos socios y montó la compañía. Ahora está perfeccionando el diseño y, máximo en dos meses, estará en el mercado. Son especiales para personas parapléjicas.
El cuerpo de Salim cambió en 1994, por un accidente de carro en Cali, en el que se fracturó el cuello y quedó paralizado de allí hacia abajo. Es cuadrapléjico. Su vida no cambió, salvo porque dejó de estudiar Ingeniería en Los Andes y se fue para Miami. Tampoco renunció a lo que había soñado desde que estaba pequeño. Es un ingeniero mecánico que trabaja en la Nasa, tiene muchos diseños en su cabeza, muchos para ayudar a otros. Salim es un cumplidor de sueños.