Juan Manuel Santos es el ministro que más razones le habría dado al presidente Uribe para destituirlo fulminantemente: en un gobierno donde el mandatario quiere dar los golpes mediáticos, el Ministro de Defensa se adelantó a dar la noticia de la muerte de Raúl Reyes, la Operación Jaque, el deceso de Tirofijo, encendió la hoguera con Ecuador hace poco en Washington, convocó a los militares a una reunión con el jefe de Estado y ahí sigue con la bendición presidencial.
Lo que le permite pensar a una persona que mire más allá de los acontecimientos es que si Santos se atrevió a hacer esas cosas sin el temor de ser removido es porque simplemente Uribe estuvo al tanto de todo antes, tiene al Ministro como su voz cuando él no puede usarla y además quiere darle notoriedad. No pretendo decir necesariamente que Santos vaya a ser el ungido de Uribe, pero sí me queda claro que no está alejado del Presidente, como lo quieren hacer ver algunos.
Una ventaja para Santos es el reconocimiento que tiene a nivel nacional, que es la cuota inicial de su campaña, lo que le permitirá saltarse la difícil y costosa etapa de darse a conocer. Adicional a esto, recibirá las célebres descalificaciones que Hugo Chávez les da los domingos en su programa a los candidatos que no son de sus afectos: los volvió más visibles cuando hizo lo propio con Calderón en México, con García en Perú, con Ávila en El Salvador y lo hará de ahora en adelante con Piñera en Chile y con Santos en Colombia. Frases que ya ha dicho: "El ministro Santos es una amenaza a la paz de Venezuela: él representa la corriente más fascista de la oligarquía latinoamericana", harán carrera y de seguro en Colombia, con el rechazo que genera el venezolano (76% según Gallup), el ex ministro tendrá un jefe de debate muy efectivo.
Aún sin retirarse del Ministerio, Santos pasa por su mejor momento (con excepción, por obvias razones, de la medición que se hizo posterior a la Operación Jaque), hoy registra 57%, disputando con Noemí Sanín la cabeza de favorabilidad entre los uribistas. En unas semanas, cuando decida salir al ruedo, la exposición mediática que genere su renuncia hará que se despegue del pelotón. Su mayor hazaña, más difícil incluso que las militares alcanzadas, será mantener el liderazgo hasta cuando se haga la consulta inter partidista, si es que la hay; o hasta la primera vuelta.
Ya tiene reconocimiento, jefe de debate y está en su mejor cuarto de hora. Para Santos lo complicado no será llegar, sino aguantar.
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