Michael Schumacher, quien el pasado domingo sufrió un accidente cuando esquiaba y que se produjo después de que este abandonara la pista marcada para ayudar a un amigo que había sufrido una caída en la estación de Méribel, Francia, seguía anoche en coma inducido.
Si bien ayer se dio un parte alentador y algo de progresos en su salud, la situación continúa "siendo crítica" y aún pareciera muy ligero hablar de una posible evolución. Lo primero se que le hizo fue una operación para aliviar la presión sobre el cráneo como consecuencia de una hemorragia interna.
"Su estado sigue estable esta mañana. Por el momento son buenas noticias, pero no quiero ir más allá, porque aún es muy pronto. Aún está en coma artificial", dijo Sabine Kehm, en un comunicado oficial a la prensa.
Su lamentable caso recuerda que son varios los automovilistas que han sufrido accidentes -no esquiando, pero sí el plena competencia o en otros escenarios- y han tenido el mismo dictamen de traumatismo craneal que, como lo explica el médico Juan Gustavo Giraldo, va de leve a severo.
"Es muy ligero y aventurado decir -en especial manejando una información a la distancia- qué pasará con el piloto; estos casos se manejan según los niveles de gravedad" -ver gráfico- así como posibles secuelas.
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