Después de estudiar becado durante cuatro años en una universidad de Estados Unidos, Sebastián Serrano se lanzó al charco del tenis profesional en busca de retos deportivos y personales. Lleva dos temporadas firme en su convicción de llegar, algún día, al selecto grupo de los 100 primeros del mundo.
El paso, tras terminar la universidad, el más difícil para cualquier jugador por todo lo que implica la competencia en términos de dinero y desplazamientos, lo dio sin pensar mucho, pues además del respaldo de sus padres, este cartagenero era consciente de las dificultades que afrontaría.
"Ingresar al tenis rentado resulta complejo, no como la gente piensa que es muy divertido, porque uno se la pasa viajando por todos los países", relató Sebastián mientras calentaba para el juego frente al argentino Juan Manuel Agasarkissian en el campo central del Open EPM de Medellín.
A sus 23 años de edad, Serrano recuerda los días de infancia en los que su papá lo llevaba a jugar al club y el amor que le tomó a esta disciplina. Un amor tan fuerte que no le importó privarse de la comodidad de su casa, de disfrutar de la cotidianidad familiar y de las fiestas y los paseos con los amigos, para ingresar a un mundo de gitano en el que su principal equipaje es la raqueta.
Han pasado 24 meses desde que empezó a acumular puntos ATP y su meta en 2010 es terminar dentro del grupo de los 500 primeros del planeta y luego seguirles los pasos a Alejandro Falla (66) y Santiago Giraldo (60), actualmente ranqueados entre los 100 mejores de la ATP.
El año pasado fue semifinalista en un Torneo Futuro en Venezuela y tuvo la oportunidad de enfrentarse al entonces 120 del mundo Sebastián Decoud. Entre los triunfos que más recuerda y que hoy cobra vigencia fue ante el bogotano Juan Gómez, quien acaba de ganar la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de la Juventud, en Singapur.
Sus zapatillas curtidas de polvo de ladrillo y que dan cuenta de muchas batallas en las canchas, levantaban con firmeza las pesas en el calentamiento previo al duelo que le ganó ayer al argentino Agasarkissian por 6-1, 6-2.
Con la gorra tirada hacia atrás y que sostenía su cabello largo y rubio, Sebastián, de ojos claros, 1,80 metros de estatura y 83 kilos de peso, destacó el apoyo de su mamá, Zulma Moreno, médica anestesióloga, y su papá, Samuel, profesor de Matemáticas ya pensionado. Así como la energía de su hermano mayor, Moisés, que vive en E.U.; y del menor, Samuel Esteban, quien le sigue los pasos en este deporte. Y claro, de Gases de Occidente que le aporta económicamente para poder mantener viva su ilusión de adentrarse en la élite del tenis. En Medellín da raquetazos hacia la consagración.
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