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SI USTED ES BANQUERO, NO EMBOLATE MI DINERO

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20 de mayo de 2012
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La semana pasada estaba viajando en un tour para promover mi libro y aterricé en el aeropuerto John Wayne, en Orange County, California.

Porque soy bastante desorientada y probablemente necesito un LoJack implantado en la piel, mi editor muy amablemente hizo arreglos para que un carro me llevara del aeropuerto hasta el hotel. El carro no estaba allí.

Llamé a la compañía del carro. El despachador dijo: "Salga del terminal hacia la acera. Su conductor está allí".

Fui a la acera. No había conductor. Después de diez minutos llamé de nuevo y el despachador me dijo: "Hablé con el conductor, está dando vueltas en el aeropuerto".

Yo dije: "Este aeropuerto es muy pequeño. Eso no es posible".

Unos minutos después, el despachador me llamó para decirme que el conductor había dejado las llaves dentro del carro. Llegaría pronto. Cogí un taxi.

Menciono esto por la pérdida de por lo menos dos billones, tal vez hasta tres billones, de dólares en JP Morgan Chase.

Lo menciono por la pregunta que se viene a la mente: ¿Cuál es su trabajo?

Si usted es conductor, no perder las llaves parece bastante básico.

Si usted es un banquero, no embolate mi dinero.

Cuando yo era joven, a principios de la década de los 70, mi grupo de amigos universitarios miraba con desdén a los estudiantes de negocios. No confiábamos en ellos.

La vida no se trataba de dinero. Se trataba de justicia: ponerle fin a la guerra, derechos civiles, liberación femenina, colchones en el suelo cubiertos con colchas indias.

Luego llegaron los años 80. Todo el mundo se enamoró del dinero.

Todo el mundo lo deseaba, mucho dinero, y no sólo porque estuviéramos volviéndonos viejos y nos diéramos cuenta de que tal vez lo íbamos a necesitar para retirarnos, sino por lo que nos compraría: carros más grandes, casas más grandes, casas de verano, ropa estampada con 'Gucci' en letras doradas.

Empezamos a admirar a cualquiera que ganara dinero. Personas como el ejecutivo principal de JP Morgan, Jamie Dimon . Como Ina Drew , la exgerenta de inversiones de JPMorgan.

Drew, a quien se culpa por la pérdida, renunció. Ganó más o menos US$14 millones el año pasado mientras Chase actualmente les paga a sus ahorradores tan poco como el 0.01 por ciento en una cuenta de ahorros y cobra US$35 al mes por una cuenta corriente.

Ganó US$14 millones y no sabía qué era su trabajo: No embolatar nuestro dinero.

Claro que ese realmente no era su trabajo.

El trabajo de Drew era ganar la mayor cantidad de dinero posible para el banco que, bajo la orientación de Dimon, les pasaría lo mínimo posible a sus ahorrantes.

Dependiendo del informe noticioso que lea o escuche, Dimon es o "engreído" o "arrogante".

En "Meet the Press" dijo: "Cometimos un error terrible, atroz. Casi no hay disculpa para ello". ¿Casi?

Me encanta eso, de verdad que sí. No hay disculpa, Dimon. ¿Acaso no sabe lo que es su trabajo? No embolate nuestro dinero.

Drew, según se ha reportado, "ofreció su renuncia en múltiples ocasiones en medio de lágrimas". ¿Lágrimas? ¿Por quién está llorando? Por favor, de mujer a mujer, si va a embolatar millones, no se porte como una niña.

Otro empleado de JPMorgan recientemente expulsado, Bruno Iksil, fue apodado la Ballena de Londres.

¿Por qué un banquero imprudente se ganó el apodo mucho antes de que se deshicieran de él? ¿Acaso nadie allá sabe lo que es su trabajo?

En los 60 y 70 éramos inteligentes. Éramos jóvenes y muchas veces estábamos díscolos, pero teníamos razón en cuanto a esa gente en la escuela de negocios.

Cuando iba de vuelta hacia el aeropuerto para irme a casa, mientras esperaba que el carro me recogiera en el hotel, recibí una llamada del conductor diciendo que estaba retrasado unos cinco minutos. No le creí. ¿Por qué habría de hacerlo? No hubo sino mentiras la otra vez. Entonces cogí el bus del aeropuerto. Por lo menos tenía la alternativa n

* Delia Ephron es autora de la novela: "The Lion Is In."

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