Estación de Danzig, seguro con tranvías y gente comiendo sus bocadillos a la Bismark, que es pan con pescado crudo y algo de mayonesa.
Danzig es ciudad que aunque fue comunista en la guerra fría y en el comunismo, cambió de nombre, Gdansk, por años fue alemana, lo mismo que Emmanuel Kanty Prusia.
El primero, según la geopolítica actual, sería hoy ruso y la segunda (la Preuss de los Junkers), más polaca que una semana santa en Cracovia, villa ésta de la que también es el diablo en su versión eslava.
Debe ser una herejía para remover huesos de santos. Pero el asunto por tratar no es ni con Kant ni con los Junkers ni con los nazis cuando por allí hicieron su nido.
Es algo más cercano: Günter Grass , el autor de El Tambor de hojalata, Años de perro y Un cuento largo (entre muchos de sus trabajos). Grass, que como escritor y dibujante es excelente, ingresa en la banda de los que quieren que el mundo se acabe para darles razón a Nostradamus , los diversos apocalipsis y los mayas, que desaparecieron en el siglo IX y luego reengancharon en el Popol Vuh y el Chilam-Balam.
Las palabras convocan lo que nombran, dicen los rabinos cabalistas. Así que si se dice paloma, aparece la paloma y si pronunciamos terror, lo vemos, lo sentimos o añoramos.
Las palabras hacen existir a las cosas, las ponen sobre el tapete de la realidad y, sin darnos cuenta, se crían en cadena si alguien no las controla. De esta manera funcionan el rumor y la calumnia. O sea que lo que se dice crea el ambiente para que, lo dicho, suceda o, al menos, se mantenga en el umbral entre el sostenerse aquí o pasar allá.
Y este año, fin del mundo (ojo con los que no creen y comienzan a comprar barato), lo terrible aparece a cada momento. Los intelectuales (Grass, por ejemplo) colaboran, los ignorantes también. Y no faltan chamanes, augures, sibilas, parapsicólogos, astrólogos, sensitivos y demás fauna propicia a leer lo invisible que incentiven a algún paranoico a que apriete un botón rojo y?
Y si bien es cierto que tenemos miedo desde el 11S, más que cuando se hablaba de la bomba de hidrógeno en el tiempo de los espías (que partiría la tierra en dos pedazos, según los cómics), con todas las palabras mediáticas que incitan al terror, el miedo ha crecido más este año.
Volvemos a ver lo bisiesto, a sentir que estamos dominados por las bases de datos, a ver enemigos internos, señales inefables, problemas en los controles de calidad, desmesuras en la corrupción, etc. Lo que siempre había pasado, este año lo vemos claro y la escatología aparece, hable esta palabra de fin o de detritus. El susto nace cuando lo evocan.
Acotación: San Marcos dice que el diablo es uno y es legión. Así, a diablo desaparecido, diablo puesto. Y a susto desaparecido, susto puesto. Y a lo que desaparece le ponen de inmediato su similar, para que la idea perdure, se vuelva obsesiva y al fin suceda algo, como en el cuento Garcíamarquiano. Y nos quejamos....
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