El presidente del Gobierno Federal de Transición de Somalia, Shariff Sheikh Ahmed, declaró ayer el estado de emergencia en varias zonas de Mogadiscio abandonadas la semana pasada por el grupo islámico radical Al Shabab, vinculado a la red terrorista Al Qaeda.
En un comunicado, el Gobierno somalí indica que la decisión tiene efecto inmediato y se prolongará durante tres meses.
Durante este tiempo, los tribunales militares somalíes pueden ejecutar a cualquier infractor, de acuerdo a las leyes marciales.
La medida se extiende también a los campos de refugiados de la capital que, según el presidente, pasarán a estar bajo control de las fuerzas gubernamentales.
El conflicto en Somalia agrava la situación creada por la sequía -la peor en la zona en 60 años, y la consecuente hambruna que azota al Cuerno de África y que mantiene a más de 13 millones de personas en situación crítica en la región.
Lo peor de la crisis aún no ha pasado. Mientras la hambruna se extiende por el sur de Somalia, una epidemia de cólera y un brote de sarampión están agravando la ya de por sí precaria salud de los desplazados y refugiados, mientras que la ONU alerta de un aumento de la violencia sexual. "No cometamos el error de creer que lo peor ha pasado, esta crisis continúa, con desplazamientos masivos, riesgos de propagación de enfermedades, hacinamiento y situaciones que superan a los trabajadores humanitarios", dijo el portavoz del Acnur, Adrian Edwards.
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