Lo conocieron y sienten el vacío
Homenaje del amigo a un gran misionero
Mi estimada doctora Ana Mercedes:
Las circunstancias parecen indicar que me correspondió a mí el doloroso honor de ser la última persona que sostuvo una conversación con el Padre Gustavo, el inolvidable Calixto, a quien usted tanto quiso como me lo dijo en varias oportunidades y a quien tanto quiso usted.
Desde el momento en que me enteré a través de una cuñada que el Padre se había extraviado, domingo 4:45 p.m., hice el contacto inicial con los bomberos de Envigado, luego de llamar al Padre por celular.
A partir de ese momento hablé periódicamente con él tratando de tranquilizarlo, de pedirle que no se moviera de la orilla de un lago del cual me habló y que tratara de ahorrar batería de su celular pues era una herramienta indispensable. Tanto Rodrigo Flórez, de Televida, como yo, seguimos en contacto con él hasta cerca de las 11 de la noche cuando ya no nos pudimos volver a comunicar.
En una de sus llamadas me habló de un posible contacto con un motociclista en los alrededores y que avistaba dos casas. Como ya era de noche le dije que era preferible esperar hasta el amanecer pues se corría el riesgo de que se cayera en la oscuridad.
En las conversaciones que tuvimos muy, muy breves para ahorrar batería de celular me decía inicialmente que estaba tranquilo y rezaba, luego que empezaba a preocuparse y más tarde, ya en la noche, que estaba sintiendo angustia pero apoyado en la oración, y me lo dijo sin alarmas, con una entereza admirable.
Es posible que, siendo ya casi la media noche, se le haya terminado la carga del celular.
Ayer cuando supe de su fallecimiento asistí en la Capilla de Televida y leí una décima que le escribí momentos antes, y dice:
Décima a un gran misionero
A pesar de sentir honda tristeza,
con inmenso dolor a Dios alabo,
pues sabemos muy bien, Padre Gustavo,
que para ti la Eterna Gloria empieza.
Tú te entregaste a todos con largueza
como muy pocos en la vida he visto
y aunque ahora te encuentras ya con Cristo
y te cubra la Virgen con su manto,
no hemos podido contener el llanto
¡porque nos faltas tú, noble Calixto!
Hugo Álvarez Restrepo
Envigado, 9.9.09
Se fue a recibir el premio merecido
Mensaje a la Dirección de EL COLOMBIANO:
"En esta noche no puedo conciliar el sueño sin darte un saludo de sincera condolencia ante la muerte trágica de nuestro muy admirado y entrañable amigo y compañero de tareas, el Padre Gustavo Vélez Vásquez, Calixto.
Viene a mi memoria la inolvidable Beatriz Restrepo de Echavarría; con ella y con Calixto conformaste esa insuperable tripleta periodística, de la cual tienes que sentirte orgullosa, porque dejaron una imborrable huella de bien que se difundió a través de EL COLOMBIANO y que todavía continuaba con la columna dominical "Tejas Arriba" de este amigo que se ha ido al cielo para recibir el premio tan merecido que El Señor le otorga a quienes son sus testigos en la tierra.
Yo también me doy el pésame por la muerte de quien en vida me llama "hermano" y a fé que, como a tal lo tenía.
¡Alabado sea El Señor!
Cordial saludo,
Iván Darío Vélez Atehortúa
Montaña arriba, se fue a hablar con Dios
Hablar del Padre Gustavo Vélez es hablar de Beatriz Restrepo, de Ana Mercedes Gómez, de Calixto, de Tejas Arriba, de ese gran equipo que formaban los tres hace treinta y un años atrás, con el afán desinteresado para hacer llegar semanalmente a los lectores de El Colombiano, su ya conocida columna, Tejas Arriba, y anteriormente los ya conocidos Papis.
No tenemos con quién reemplazarlo, pues sería en vano encontrar una persona que reúna tantos dones como Gustavo Vélez. Él no da ni dice misa, Él se entrega a su gente, en una amena charla espiritual en la que, sin querer queriendo, nos va metiendo a Dios por todos los lados. He asistido a varias ceremonias y creo, o estoy seguro, que nunca nadie nos podrá hacer llegar un mensaje espiritual como él lo hace. Para él no existe la muerte y la enfermedad, pues solo son estados del cuerpo, no cambios negativos, como la mayoría lo creemos. El humor mordaz y el positivismo siempre están presentes en él. Una sonrisa o un buen comentario son respuestas a nuestras preguntas. Consejero infatigable, amigo, compañero, franco y sincero como él solo. El domingo 7 de septiembre le dio por subir montaña arriba, con otro compañero, y no apareció.
Sarcásticamente, Calixto se nos fue un Domingo montaña arriba a dialogar con Dios. Siempre ha estado y seguirá estando con los que tuvimos el privilegio de haberlo conocido.
Se me olvidaba, resucitó al tercer día, el miércoles.
Juan Diego Echavarría Restrepo
