Rocío sospecha que Cristo se hacía el manicure hace 1.987 años. Y es que desde que vio al Sagrado Corazón de Jesús colgado de una pared, antes de mirarlo a los ojos o de admirar su aureola, lo primero que le detalló fueron las uñas de las manos.
Aunque en el cuadro se le notan "brillantes y bien cortaditas", Rocío jura que tiene uñas débiles y asegura que si a Jesús se le hubiera quebrado una uña, mientras hacía un milagro en público, a ella le hubiera encantado aparecerse entre la multitud con un frasquito en la mano, gritando: "¡Señor, yo le tengo la solución!".
En pleno siglo XXI, Rocío promociona su producto con esas palabras en ferias, lo pregona en buses y ya regó el cuento en todo el barrio de que tiene la fórmula ancestral para que las uñas enanas crezcan, para que las débiles se pongan cuajas y para que quienes se las comen pierdan el apetito de uña remojada.
La fórmula uña
La tatarabuela de Rocío escribió la receta mágica en un libro cuyas páginas amarillentas quizás sobrevolaron las montañas del Nordeste antioqueño cuando se perdieron hace 150 años del pueblo de Maceo.
A pesar del extravío del manuscrito, la bisabuela Evangelina se encargó de guardar las fórmulas en la memoria para que la tradición tuviera eco y el secreto pasara por boca de su hija, oídos de su nieta y llegara a las manos de su bisnieta.
Rocío recuerda que desde la madrugada cuando el abuelo Juan Bautista salía a la molienda de caña de azúcar, hasta que llegaba en la noche derramando gotitas dulces de sudor, la abuela María del Carmen Primera permanecía en la cocina con el ceño fruncido y concentrada en sus experimentos.
Mezclas de limón con bicarbonato para la pecueca; bebidas de boldo para contener eructos y "dar del cuerpo"; traguitos con agua de habichuela para quitar la barriga; polvito de carbón para los dientes amarillos; pan con leche para los barros "punto blanco" y ajo machacado para las estrías de las uñas.
El don de uñas
Desde antes de nacer, Rocío ya llevaba las uñas en la sangre. Durante los primeros meses de vida, cuando nadie sabía que María del Carmen Segunda no engordaba por comer tanto cacao sino porque tenía un feto en la barriga, le tocó la cantaleta que la abuela le echaba a su madre porque parecía "uña y mugre" con el muchacho que nueve meses más tarde fue el padre de Rocío.
Cuando la familia descubrió el retraso menstrual, los gritos retumbaron en el vientre: "esta mosca muerta sacó las uñas".
Y la persona que por primera vez en la vida le dio la mano a Rocío fue la misma abuela, que hizo las veces de partera y quizás, en vez de darle las nalgadas para comprobar sus reflejos, le pegó una aruñada.
Tiene buen ojo pa´la uña
Rocío lee en las uñas lo que es y lo que hace una persona. Por ejemplo, cuando miró las manos de Jesucristo, reparó uña por uña y al notar que no tenía callos, tampoco machucones en los dedos ni las palmas resecas, cayó en la cuenta de que Jesús no le ayudaba al papá en la carpintería ni a María en la cocina.
Intuye que un día antes de la crucifixión, se debió haber manejado tanta ansiedad que los discípulos no disfrutaron el pan y el vino de la Última Cena de Jesús por tragar tanta saliva mientras se comían las uñas.
Se imagina que Popeye las tenía amarillas por fumar pipa todo el día y que al presidente Chávez "no le queda tiempo de arreglárselas por estar peleando y las debe tener chatas y con estrías".
De todo lo anterior resulta que Rocío cambiara su afición a la pintura y la técnica del óleo sobre lienzo por la del "barniz sobre uña" y que, en vez de hacer exposiciones con sus cuadros, tuviera una galería de fotos con las uñas, los uñeros y los callos de sus clientes.
¡Eureka!
Afinó su pulso, tomó el pincel y se dedicó a pintar uñas. En su faceta como manicurista, descubrió que las libélulas sobre cutículas amarillas perdían el vuelo, que los hongos de las uñas marchitaban las florecitas de colores y que no había espacio para ponerles las antenitas a las mariposas sobre las uñas comidas.
Justo en esos momentos recordó que su madre y su abuela tenían la solución ancestral para todas sus clientas. Convirtió la cocina de su casa en un laboratorio, compró goteros, tapabocas y guantes, salió con costales repletos de la plaza de mercado y le agregó resinas y químicos a la receta tradicional, para darle a la fórmula un toque más original.
Después de dos años de investigación, de ensayos y errores, de reacciones fallidas y mezclas de lágrimas y risas, luego de aplausos a sí misma y del grito de la victoria ¡Eureka!, Rocío hizo la práctica con la uña podrida de la tía.
"Mujer, casos de la vida real"
La tía Esther tenía la mitad de la uña del pulgar carcomida por un hongo. Y era tanta la pena que sentía cuando iba a misa, que no volvió a llevar el rosario para que no le vieran el pulgar derecho, recibía la hostia con la mano izquierda y "me hacía la boba para dar la paz".
Pero desde que comenzó a aplicarse las tres capitas diarias del menjurje de Rocío durante un par de meses, las grietas de la uña se borraron, incluyó a Rocío en sus oraciones, hizo un réquiem por su hongo y nunca antes se sintió tan tranquila cuando dio la paz en misa.
En los casos de "Urgencias", Rocío salva las uñas de sus clientas en su ambulancia de dos ruedas.
Diana llevaba 40 años comiéndose las uñas, los cueros y los callos hasta sacarse sangre. Dejó de hacerlo cuando empezó el tratamiento pero, cuando no le quedaba ni una gota del menjurje, llamó a Rocío desesperada para que le llevara un frasquito "antes de que el antojo de uña" acabara con sus primeras uñas largas.
Rocío tiró el tarrito en la canasta de la bicicleta, pedaleó lo más rápido que pudo y llegó justo a tiempo antes de que los dientes metieran la mano en el asunto.
Este año, Rocío piensa incursionar en el mercado masculino que también se come las uñas. Ya incluyó al casino, a la cárcel, al manicomio y al estadio como posibles puntos de venta.
Si las cosas siguen como el año anterior, los hinchas del Nacional podrían ser sus clientes fijos y podría poner una sucursal en el Popular donde los tiroteos causan tantos nervios.
Y a quienes tocan la guitarra, el tiple y el arpa, también les garantiza uñas tan fuertes como las que tuvo Tarzán para treparse a tanto árbol de la selva.
Precauciones
Rocío no puede negar que el uso del producto tenga efectos secundarios. A Cristina le crecieron tan largas y fuertes las uñas que cada vez que le cambia el pañal a su bebé termina con la nalga aruñada.
Cuando Rocío llega a clases de porro, el saludo que le dan de bienvenida es "Ya llegó la garra", porque sus compañeros de danza ya saben que darle una vuelta a Rocío es como bailar con Freddy Krueger.
Y es tanto lo que trabaja con las uñas que a Rocío se le ocurrió que "así como los músicos dedican sus mejores canciones a sus amores, yo le dedicaría la uña del dedo índice a la abuela, que me indicó la fórmula; la del anular a mi mamá, porque es la más bonita, y a mi esposo, que es el amor de mi vida, la del corazón".
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