Alas 10 de la mañana del viernes llega el pedido que se le hizo al banco. No viene en camiones blindados. Del carro no se bajaron dos hombres corpulentos, con armas brillantes y amenazantes.
El cargamento del banco, para la Corporación la Casa del Buen Dios, está compuesto por ocho canastas, tres cajas y unas cuantas pacas que no tienen billetes, chequeras, tarjetas débito o crédito ni mucho menos claves secretas. El contenido son unos tomates muy rojos, unas granadillas pecosas, unas cebollas gigantes y otras verduras, frutas y vegetales que recién llegan del Banco Arquidiocesano de Alimentos.
Mónica Londoño, directora de la Casa del Buen Dios, un hogar de paso para personas de escasos recursos que llegan a Medellín a recibir atención médica, dice que el apoyo que reciben del Banco de Alimentos es vital para el cumplimiento de sus labores.
"Es que la labor que ellos hacen, de darnos los mercados a precios casi regalados, es único y nos permite ayudar a todas estas personas muy necesitadas, que llegan de todos los rincones de Antioquia y Chocó, a recibir atención médica", dice.
Cada 15 días llega el envío del banco, que permite alimentar a las cerca de 40 o 50 personas que en promedio viven en la casa de paso.Dotación
Allí no hay chequeras, tarjetas débito o crédito. Tampoco se ven expertos en economía hablando de rendimientos del CDT, gente abriendo una cuenta de ahorros y ni hablar de cajeros electrónicos. El Banco Arquidiocesano de Alimentos es una organización sin ánimo de lucro basada en el voluntariado y cuyo objetivo es recuperar excedentes alimenticios de la ciudad y redistribuirlos entre las personas necesitadas, evitando cualquier desperdicio o mal uso.
El funcionamiento de este banco dista de ser simple. Para empezar, la comida no se entrega directamente a los necesitados sino a instituciones caritativas y de ayuda social, las cuales deben pasar por un proceso de evaluación estricto antes de poder fungir como intermediarios entre los bancos y los colectivos beneficiarios.
Guillermo Bonilla Cifuentes, director del banco, explica que la entidad nació en el seno de la Arquidiócesis de Medellín, en 1999.
"Desde sus inicios, en octubre de 1999 hasta la fecha, somos reconocidos como un programa bandera en el campo de la distribución de alimentos con compromiso social y de promoción humana, siendo ejemplo y asesor para la creación de otros Bancos de Alimentos en el país".
Gracias a este reconocimiento y al buen corazón de los donantes (la industria, el comercio y particulares) y de diferentes entidades que han creído en la fundación, a septiembre de 2009 se han entregado 18.198 toneladas de alimentos de las cuales 8.253 se han canalizado por la operación central de la organización y 9.945 toneladas de alimentos se han entregado a través de la operación de diferentes proyectos.
Las toneladas de alimentos que se entregan por la operación central del banco benefician en promedio mensual a 14.629 personas, entre niños y niñas, ancianos y enfermos sin distinción de religión, preferencia política o raza, las cuales pertenecen a 121 instituciones sociales vinculadas, y la cantidad de alimentos entregados a través de la operación de proyectos.
Con los giros de comida, por decirlo así, se han beneficiado principalmente a los niños y niñas menores de seis años de edad pertenecientes al programa de complementación alimentaria Maná de la Gobernación de Antioquia en alianza con el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (Icbf).
De igual forma, ancianos desvalidos también están bajo el paraguas benefactor de la organización.
"Tenemos una meta muy ambiciosa, llegar a 70.000 personas en el año 2015. Por eso estamos pidiendo más ayuda de los empresarios para que este banco ayude a calmar el hambre de Medellín, que es mucha", dice Bonilla Cifuentes.
Estima el banco que apenas alcanza a recoger menos del uno por ciento de la comida que se desperdicia en la ciudad. "Si pudiéramos recoger al menos entre el 15 y el 20 por ciento, aquí no se aguantaría hambre. Por eso el reto es enorme", afirma el directivo de la entidad.
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