Claro que rodó, lo hizo en un trayecto corto, aunque el día amaneció un poco nublado para la presentación del primer vehículo solar colombiano. Se llama Primavera, en honor a Medellín, la ciudad donde nació.
Funciona a partir de 1.236 celdas solares y dos motores eléctricos, de 10 kilovatios de potencia cada uno. "Se trata de alcanzar los cien kilómetros por hora con la energía de un tostador o un secador de pelo".
En esos términos simples lo pone Jorge Andrés Barrera, líder del proyecto, sin embargo, han sido 10 meses de intenso trabajo de un equipo interdisciplinario entre ingenieros de la Universidad Eafit y profesionales de Investigación y Desarrollo de Energía de EPM con el objetivo de construir un vehículo eficiente y aerodinámico.
Se pondrá a prueba en las carreteras australianas donde participará en el World Solar Challenge 2013, la competencia más representativa en su categoría, que en esta edición cuenta con la participación de 47 equipos, de 26 países del mundo. "La clave es la ingeniería, se necesita que sea un carro muy refinado pero que no se vare".
Aunque guarda los secretos de la estrategia hasta el final, para su puesta a punto hicieron toda clase de simulaciones, en especial frente a las condiciones en las que rodará, que son 3.000 kilómetros a través de una carretera plana, con posibilidades de que se cruce un canguro, se presenten vientos fuertes o suceda algún incidente no contemplado.
Para tener todo bajo control, viajará un equipo de 12 investigadores, dos representantes y ocho estudiantes, que tendrán a cargo la conducción del vehículo y la verificación de condiciones de la ruta. Entre los pilotos está Daniela Vélez, que pesa 48 kilogramos y su espalda no supera los 45 centímetros, quien tendrá un entrenamiento clave para resistir los 50 grados de temperatura dentro del vehículo.
Muchas disciplinas
El Proyecto Primavera tuvo una inversión de 1.870 millones de pesos por parte de EPM y nació de la iniciativa del programa Desafío Solar, en el que participan de estudiantes de colegios públicos y privados. En 2011, construyeron pequeños carros que utilizaron radicación solar como fuente de energía. Los equipos ganadores recibieron un viaje al World Solar Challenge en ese año y el siguiente.
Con este precedente, decidieron explorar la creación de un vehículo con opciones de ganar el desafío en el que compiten estudiantes de las universidades más top del mundo. O que, por lo menos, quedara en los primeros lugares.
Así, EPM contactó a la Universidad Eafit. Su rector, Juan Luis Mejía, resalta el hecho de que es un proyecto interdisciplinario, no solo una conjunción de saberes y conocimientos, sino de muchas entidades porque si no, no sería posible. Eafit no tenía un túnel de viento para probar la resistencia y aerodinámica y acudieron a la UPB.
Justo, esta sinergia entre empresa privada y universidades "fortalece la confianza", agrega Félix Londoño, director de Investigación y Docencia de Eafit. Y aún más, "rompe paradigmas", precisa Ricardo Mejía, director del grupo de Investigación en Ingeniería de Diseño, de la Eafit. Un resultado que da ganas de ver replicado en otros desarrollos futuros.
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