Tienen los oídos listos para escuchar, los brazos abiertos para un buen apretón y una que otra palabra para decirles que la enfermedad no los hace menos personas. Que la vida sigue, aunque suene tan fácil. Y que ellos están para acompañarlos.
La Corporación Soñando Juntos es una entidad sin ánimo de lucro que trabaja con personas con VIH - Sida. "Somos un soporte, cuando son diagnosticados, para hacerles saber que son personas que valen mucho, que la enfermedad es crónica, más no mortal", señala Santiago Tobón, su director.
Muchas veces, añade él, los pacientes se sienten sin salida y con rencor. Lo que hacen entonces desde la corporación es un trabajo de acompañamiento con el paciente y con su familia, si así lo requieren.
Es un trabajo muy de la calle, de encontrarse con él, de atenderlo cara a cara, cuantas veces lo necesite. "Algunos se desahogan, a otros les da miedo. La atención no tiene costo y no revelamos la identidad del paciente. Es un acompañamiento espiritual y de valores. Es un trabajo terapéutico, de resocializarlo nuevamente. En ciertos casos vemos la necesidad de un profesional", añade Santiago.
Además, como la experiencia les ha dicho que no hay un conocimiento claro sobre lo que es el VIH- Sida, tanto que han visto casos en los que las personas piensan que se van a contagiar por situaciones de la cotidianidad, y porque muchas no son cuidadosos, o no la tienen clara, para evitar el contagio, en Soñando Juntos están convencidos de que hay que educar.
Por eso quizá es una de sus máximas. "Si no lo hacemos, no vamos a prevenir. Necesitamos -afirma el director - que el ser humano se conscientice. La prevención no se puede basar sólo en repartir condones".
Y su trabajo educativo lo hacen a través de charlas, en las que hablan de la enfermedad, de las estadísticas de la Organización Nacional de Salud y el Ministerio de Protección Social, de los valores, de la importancia de quererse, de cuidarse y de saber que cada uno es responsable de sus propios actos.
Manos amigas
La corporación nació hace unos seis años y medio, después de que Santiago superara un guillain barre. Lo que le quedó fue una idea de hacer una labor para ayudar a los demás y, después de leer una columna de Luis Alirio Calle sobre el Sida, salió la idea de Soñando Juntos.
Por ahora no tienen sede. Es un trabajo de ir donde el paciente, a las empresas o a las instituciones donde quieran escuchar la charla. Sin embargo, sueñan con tener un lugar. Una finca, exactamente, que pueda ser un espacio para los enfermos, a manera de albergue y de hogar de paso, donde puedan hacer un trabajo terapéutico.
Y si bien esperan que haya gente que se una cada vez más a su trabajo social, del que ya hacen parte profesionales y donantes, también ayudan a la causa a través de un plan padrino, "varias personas de buen corazón" y la venta de un jabón multiusos que fabrican en la corporación. En septiembre, por ejemplo, lanzarán un libro sobre gastronomía, con el que esperan recoger más fondos.
En este cuento de ayudar, el corazón se hace gigante. El mensaje es que la vida es para sonreír, aún pese a las dificultades, sabiendo que alguien que puede acompañar, siempre, para seguir Soñando Juntos.
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