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Un cuento del abuelo

  • Juan José García Posada | Juan José García Posada
    Juan José García Posada | Juan José García Posada
26 de diciembre de 2010
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Estos son momentos de tregua, propicios para recobrar la vida en familia, donde reposan los auténticos intereses vitales. A pesar de los desastres y las aflicciones, se vislumbran destellos de felicidad en los días navideños de la recta final del año, cuando los protagonistas de los sobresaltos sociopolíticos nos dejan tranquilos porque también andan en vacaciones, que ojalá fueran vitalicias.

Ya casi listos para ver en cine la nueva edición de Los viajes de Gulliver , llegó la hora de contarles a los dos nietos un cuento que se parezca a todos pero que sea distinto . Esta es la síntesis:

Caperucita caminaba por el bosque encantado en compañía de sus amigos, los siete enanitos. De repente, en un claro de la espesura aparecieron Hansel y Grettel, que estaban perdidos. Anduvieron durante largo rato hasta encontrar una casita de chocolate donde vivía Blancanieves, quien los saludó desperezándose porque había tenido un sueño muy prolongado: "Soñé que era la bella durmiente, cuando me despertaron ustedes", les dijo. Caperucita y Blancanieves eran compañeras en la escuela, donde el maestro, con cara de ogro siniestro, les contaba cuentos e historias de duendes y apariciones y después de clase salía por las tardes a tomar té de murciélagos y alacranes con su novia, una bruja maléfica.

Los siete enanitos, Caperucita y Hansel y Grettel se despidieron de Blancanieves y continuaron su paseo. De la rama de un árbol frondoso saltó Pulgarcito, quien les pidió que lo acompañaran a encargarle la confección de unos bluyines al sastrecillo valiente, aunque este había advertido que tardaría para elaborarlos porque estaba muy ocupado haciéndole un traje nuevo al emperador. De paso para la sastrería, aprovecharon para ir al taller del viejo Gepetto, pero su secretario, el joven Pinocho, les aseguró que el carpintero había viajado con el gato con botas al país de las maravillas, para asistir a la fiesta de quince años de su sobrina Alicia, la mejor amiga de Cenicienta.

Emprendieron el regreso antes del anochecer, para evitar sustos. El hada madrina se ofreció como guía con Peter Pan. Hansel propuso que le dieran un saludo a su amigo, el lobo feroz, que roncaba en su madriguera. El lobo saludó primero a Caperucita, le preguntó por la salud de su abuela y les hizo a todos una cordial invitación: "El viernes 31 los espero en esta casa que es la casa de ustedes, para una cena de Añonuevo. Inviten a todos los que quieran. Que no falten el soldadito de plomo, el patito feo, la vendedora de fósforos, todos nuestros amigos". Peter Pan le preguntó: "¿Nos prepararás un delicioso plato con tres cerditos?" Y el lobo respondió en tono sentencioso: "No, solo comeremos dulces, helados, galletas y ensaladas. Los cerditos son también invitados".

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