El Plan 2.500, mediante el cual se buscaba reconstruir vías viejas y construir algunas nuevas, camina a convertirse en un gran fracaso y una desilusión para la competitividad nacional.
A los típicos líos jurídicos en los contratos, así como a los constantes incumplimientos por parte de los ingenieros constructores, o la mala calidad en las obras ya realizadas, se suma ahora que no hay más plata para cumplir con esas promesas viales.
Para terminar las obras planeadas, que ya tienen un atraso superior a tres y hasta cuatro años, es necesario que el Ministerio de Hacienda consiga más de 500 mil millones de pesos, y no hay una fuente de recursos a la vista. Hay más de 500 kilómetros sin financiamiento y en Hacienda, el tema no es una prioridad.
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