Las lágrimas eran incontenibles. Cualquiera que se acercara al abrazo de Pedronel Giraldo con su hija, la campeona Nathalia, terminaba con un taco en la garganta que solo pasaba con llanto.
Llevaban 10 años esperando este momento, desde que Pedronel la llevó a patinar por primera vez. Ese abrazo, esas lágrimas, fueron la muestra de la alegría inmensa del primer título mundial de Nathalia, y al lado de la casa de su padre, nacido en El Santuario, Antioquia.
Pedronel es el delegado de la selección, hace parte de la Federación Colombiana de Patinaje, y apenas le salían las palabras cuando vio a su hija cruzar la meta. "Es algo muy lindo, que lo habíamos esperado por mucho tiempo".
Nathalia, en su primer Mundial, celebró en las pruebas de fondo de la pista. Y su llanto fue contagioso. "Es una alegría grande, un sueño que se convirtió en realidad. Ser campeona mundial es algo muy lindo", dice la bogotana que vivió mucho tiempo en Medellín. Un llanto y un abrazo que esperan repetir los Giraldo.
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