Uno de los programas que tradicionalmente aparece promocionado en los Planes de Desarrollo de los gobiernos es el de vivienda rural. Desde hace mucho tiempo, este programa ha sido bandera de la política social en el campo.
Igualmente, en no pocas ocasiones se le ha entregado el manejo del programa al Banco Agrario o a su antecesora, la Caja Agraria. Esto se hizo pensando en que se aseguraba un mecanismo más expedito y eficaz de ejecutar el programa.
Sin embargo, las buenas intenciones no han sido suficientes para hacer realidad las ambiciosas metas de sucesivos gobiernos.
Las cifras relacionadas con la situación de las viviendas rurales muestran las lamentables condiciones en las que vive una parte importante de los hogares rurales. Igualmente, dichas cifras ilustran la inmensa brecha que, en este aspecto, hay frente a los hogares urbanos. Tal vez es en este punto donde ha sido más difícil avanzar en el cierre de las brechas, pues en otros asuntos, como la telefonía celular, la salud, la educación y la energía eléctrica, realmente hay mejoras importantes.
Según la Encuesta de Calidad de Vida de 2011, el 87,3 por ciento del promedio nacional de los hogares tenía acceso a los servicios de acueducto. En las cabeceras, dicho acceso era del 96,6 por ciento y, en el resto, o sea en las zonas rurales, del 56,3 por ciento. Los porcentajes de hogares con acceso al servicio de alcantarillado eran, respectivamente, de 72,3, 89,1 y 12,3 por ciento.
La disponibilidad de servicios sanitarios en las viviendas es otro indicador de la brecha urbano-rural y de las precarias condiciones que hay en el campo colombiano.
Mientras en los centros urbanos el 88,3 por ciento de los hogares tiene los inodoros conectados al alcantarillado, en las zonas rurales dicha proporción es de sólo el 11,4 por ciento. Por su parte, únicamente el 18,3 por ciento de los hogares urbanos tiene los inodoros conectados a pozos. En las zonas rurales dicha proporción es del 57,4 por ciento.
Finalmente, el porcentaje de hogares urbanos sin servicio sanitario es del 4,6 por ciento, mientras que en el sector rural esta proporción es del 16,5 por ciento.
El mejoramiento de las condiciones de las viviendas, y en especial el relacionado con el saneamiento básico, es de vital importancia, pues el mismo afecta positivamente las condiciones de salud de los miembros de los hogares. Esto, a su vez, afecta sus niveles de seguridad alimentaria y nutricional. Debe señalarse que los niños son los principales beneficiarios del mejoramiento de las condiciones de las viviendas.
Dicho mejoramiento es tan importante que los accesos al agua potable y al saneamiento básico hacen parte de los Objetivos del Milenio de la Organización de las Naciones Unidas.
Los distintos indicadores muestran que los avances en materia de mejoramiento de las condiciones de las viviendas y del saneamiento básico en las zonas rurales no han sido los esperados. Esto hace evidentes los fracasos sucesivos de los programas de vivienda rural.
Ojalá que los anuncios del Gobierno en esta materia no resulten en una nueva frustración.
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