Apenas unos minutos después del último bis del concierto, el conserje de Teatro Metropolitano vio a salir el carro que llevaba a Juan Diego Flórez. Eran pasadas las 10:30 de la noche del viernes, luego de al menos dos horas de la mejor voz del mundo en Medellín.
María Caridad Cortés, la directora del Teatro, se enteró de que el tenor se quedó poco tiempo en el camerino después de su presentación. No quiso molestarlo y prefirió ir a saludar a Gonzalo Ospina, el miembro de la Orquesta Filarmónica que interpretó un sólo de violín "espectacular".
En el hall del teatro Diana Valencia compartía con algunos compañeros del pregrado de Música de la U. de A. sus impresiones, todas halagadoras. Detrás de esa grandeza que escuchó salir del peruano, la joven de 22 años llegó a la conclusión contundente de que ella "es nada" comparada con el alabado entre los tenores, y que le falta mucho por estudiar.
Esa lección fue gracias, en principio, a que su profesor Diver Higuita repartió entre los alumnos más avanzados algunas de las codiciadas entradas al concierto, todas entregadas por invitación de la Gobernación de Antioquia.
Por ese gesto Diana pudo conseguir el asiento en el balcón, exactamente el ubicado en el B derecho seis, aunque al Metropolitano bien pudieron sobrarle las sillas. Ningún asiento estuvo tibió porque a cada obra el público respondía de pie.
Los asistentes se levantaban y sentaban expectantes esperando el momento para La Hija del Regimiento, la obra de Donizetti que al especialista de 37 años le sale como a ningún otro en el mundo.
El tenor no respondió con palabras directas a los asistentes, si acaso el anuncio del segundo bis, y es que parece que reserva la voz para el canto.
No hacía falta un "gracias". Según Diana Valencia su presencia escénica le bastaba para expresar todo. Lo mismo cree María Caridad quien notaba en cada sonrisa de Juan Diego lo complacido que estaba, lo cual reiteraba con cada salida a escena.
Al que sí le habló fue a Luis Carlos Rico, el director de la Fundación Prolírica de Antioquia, quien tuvo la oportunidad que querían muchos, estar cerca del mejor.
Rico lo recogió y lo llevó ayer al mediodía al aeropuerto. Incluso compartieron hasta la 1:30 de la mañana del sábado porque el carro que vio salir el conserje del Metropolitano con Juan Diego Flórez, seguramente fue el mismo que vieron algunos afuera de un restaurante en la avenida El Poblado, cerca a Oviedo.
Allí el tenor se comía una ensalada -es vegetariano- en compañía del director de la Prolírica que aprovechó el espacio para iniciar las negociaciones que traigan de nuevo al mejor tenor a Medellín, esta vez para el público general.
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