Dos vías acaparan la atención en Bello. Se trata de las carreras 49 y 48, corredores vitales para el ingreso al parque principal de esa localidad del norte del Valle de Aburrá. La reducción de carriles en una y la nueva carga en otra son los cambios que generan discordia entre conductores, peatones y Alcaldía.
En la 49, que es de las vías más amplias del municipio, dos carriles salieron de circulación: uno se destinó para ciclistas y otro para peatones. En la 48, vía que era menos transitada y es más estrecha, fue a parar parte del tráfico que circulaba por la primera. Aunque el balance ciudadano es en su mayoría negativo, la Alcaldía sostiene lo contrario.
Lupa a la 49
El taxista Mauricio López pasa todos los días por la 49. Cuenta que, además de los carriles suprimidos, el semáforo está muy poco en verde y causa más trancón. En ello coincide Wilson Velásquez, quien conduce un bus de transporte público y expone que con la peatonalización del parque principal se fijaron nuevas paradas y rutas alternas.
Esto, en principio, causó revuelo en los usuarios. “Los peatones se reusaron a la medida, pues las rutas de buses dejaron de recoger cerca del parque”, cuenta un agente de tránsito de la zona. Ahora quienes toman la 49 tienen dos opciones: buscar otra ruta, al usar la autopista Norte, o avanzar hasta la calle 47 y desembocar en la carrera 48, si el trayecto es sur-norte.
Este es el caso de Andrés Escobar, un conductor que debe desplazarse desde Sabaneta hasta esa localidad. “Si uno quiere evitarse el trancón, le toca conducir más hacia el norte y repensar la ruta”. De lo contrario, afirma, hay que llenarse de paciencia y agendar el reloj para pasar un buen rato allí atrapado.
Pese a ese balance, este y otros conductores reconocen que la medida, para los peatones, sí ha sido positiva. Ese, precisamente, es el argumento de Rigoberto Arroyave, secretario de Movilidad del municipio. El funcionario precisa que el cierre de la 49 y otras vías se dio en 2020, con el ánimo de habilitar espacios abiertos y prevenir la covid-19.
Sin embargo, la medida busca saldar una deuda que viene de atrás, dice Arroyave. Se trata del Acuerdo 33 de 2009, mediante el cual se reglamentó el Plan de Ordenamiento Territorial y se fijó la lucha por más espacio público para peatones. Por eso vino la señalización, pintura y adecuación de árboles y sillas en el sector, por un valor de $400 millones.