Este domingo, un avión C-10 Hércules de cuatro motores se disponía a aterrizar en el aeródromo de la Isla de Joló, Filipinas, cuando se pasó de la pista y se estrelló, en un hecho que hasta la última actualización oficial deja a 45 víctimas mortales, 53 heridos y cinco desaparecidos.
A bordo de la aeronave iban tres pilotos, cinco miembros de la tripulación, varios militares y algunos civiles. De hecho, de los 45 muertos, se conoce que al menos tres son civiles; y el resto, soldados.
“Al perder la pista de aterrizaje (el avión) trató de recobrar la potencia, pero no tuvo éxito y sufrió un accidente”, indicó el comandante general de las Fuerzas Aéreas de Filipinas, Cirilito Sobejana, en un comunicado en el que precisó que la aeronave partió de una base en Cagayán de Oro, en la isla de Mindanado.
Los sobrevivientes, dentro de los cuales hay cuatro civiles, están siendo atendidos en un hospital local, mientras que a los desaparecidos se les busca en medio de lo que queda del calcinado avión.
En la Isla de Joló habitan varios grupos extremistas islámicos, por lo que la misión de los tripulantes del avión, en su mayoría recién graduados, era llegar al batallón y disponerse a prestar labores de vigilancia en el terreno y combatir a estos grupos.
En mensaje de apoyo, el gobierno de Estados Unidos dijo que extenderá “todo el apoyo” a los esfuerzos de Filipinas por atender la emergencia. “En nombre de Estados Unidos, ofrezco nuestras profundas condolencias al pueblo de Filipinas por el trágico accidente aéreo en el que murieron varias docenas de militares”, dijo el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan.
El accidente causó una espesa nube de humo negro, conforme se ve en videos y fotografías publicadas en las redes sociales por testigos, mientras las llamas devoraban parte del Hércules estrellado.